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martes, 28 de febrero de 2023

En LATAM el anhelo de libertad no es otra cosa que la eterna búsqueda de un mesías político.

 


Latam no entiende de instituciones fuertes e imperio de la ley, sino de hombres fuertes e imperio del autoritarismo. Además, todo lo llevan a un plano de sentimientos en lugar de razonamientos. El anhelo de libertad no es otra cosa que la eterna búsqueda de un mesías político.

En su poco conocimiento sobre la historia de las instituciones políticas de occidente les es imposible concebir que la libertad política y civil, además de la propiedad económica, se puedan lograr por vías distintas a la fuerza e imposición.

Somos pueblos, no ciudadanos, realmente vulnerables a discursos demagogos y trampas del poder totalitario. Le vendemos el alma a cualquiera que nos ofrezca un poco de estabilidad o seguridad a cambio de libertad. Estamos atrapados en un círculo vicioso, sin seguridad ni libertad.

La seguridad y la estabilidad están en función de la extorsion del gobierno de turno. Si eres enemigo, adversario, o simplemente por diferir algún planteamiento de gobierno de turno, te haces automáticamente un criminal a los ojos de quienes ejercen el poder.

No hemos vivido realmente en libertad, sino en el chantaje que nos dan a elegir entre unos y otros de los señores que manejan el poder. Autoritarismo, desorden –libertinaje-, y totalitarismo... Y así el ciclo comienza de nuevo y no parece haber quien lo rompa.

En los 70 la moda politiquera consistía en venderse al público como “estadistas” de izquierda; muy al contrario, los actuales demagogos de turno se exhiben como grandes gerentes –empresarios- de derecha, con un plus adicional: pretender la imagen del outsider, seres inmaculados fuera del sistema político.  

Volvemos así al tema del realismo político, y del realismo mágico; de la polarización que solo sirve a los titiriteros del poder, y con la cual aseguran para sí mismos la hegemonía del campo político: Controlan “el orden del discurso”, de acuerdo a Foucault; porque “Discurso es poder”, según Van Dijk.

La democracia ha caducado, el sistema democrático deriva en demagogia, lo que no significa automáticamente pretender una dictadura, la solución no es un golpe de Estado militar; sino el fortalecimiento de las instituciones políticas que hicieron de occidente el mejor mundo posible, es decir, la construcción de una República en todo el sentido de la palabra: rule of law –Imperio de la ley-; un gobierno de leyes, no de hombres. Si no educamos a nuestra población en altos valores civiles y culturales; si no practicamos la verdadera política, la que impone límites a los gobernantes y respeta la separación de lo público y lo privado; y si no educamos en función de una economía libre, jamás saldremos de ese círculo vicioso.

No existen atajos que nos lleven al primer mundo, ningún hombre es tan virtuoso como para no dejarse corromper frente a la tentación del poder absoluto. Solo ha habido un Cristo, y no vino a fundar partidos políticos. Dejemos de buscar mesías fuera del cristianismo o seguiremos padeciendo infiernos a razón de paraísos prometidos.


Joelvin R. Villarreal. V

Politólogo.

METAMENSAJES parte II: ¿que hay detrás de la serie "DARK"?


 

METAMENSAJES: Así manipulan tu mente

 


Johsie Cruz en Americano Media "Las instituciones en los EE.UU están bajo ataque"


 

sábado, 25 de febrero de 2023

Los atavismos sociales del colectivismo y la planificación central.



Los venezolanos, y en general los latinoaméricanos, tenemos una tendencia de querer planificar y sujetar toda activad a la supervisión del Estado bajo cualquier figura “benevolente” dotada de una carga moral superior que vele por el bienestar y la libertad ciudadana. Somos nosotros mismos los que, inadvertidamente, fundamentamos las bases de las tiranías presentes y futuras. 

Hemos desarrollado la creencia de ser poseedores de una idea vital para el desarrollo social pero, que los niveles cognitivos de nuestros compatriotas no alcanza para entenderla y, que por tanto, en virtud de un bien superior, deberá ser impuesta en principio.

En primer lugar, para abordar el tema central de este artículo debemos partir del siguiente planteamiento: El Estado, de acuerdo a cada uno de sus niveles e instituciones, planifica en función de brindar seguridad ciudadana y estabilidad interna frente a las amenazas externas e internas; planifica también en función de un sistema de justicia que garantiza la resolución de conflictos y sostenimiento de la paz ciudadana. Y finalmente planifica el sostenimiento y la construcción de obras públicas que son vitales para la supervivencia del propio Estado: grandes autopistas, aeropuertos, puertos, puentes, edificios públicos, es decir; todo cuanto significa garantizar el comercio y toda actividad de movilidad social con lo cual se desarrolla una nación, así como también, la operatividad institucional que se requiere para todo ello. No hay otras funciones atribuibles a la actividad Política del Estado a través de sus instituciones de gobierno, El Estado no está para planificar la sociedad, tal cosa conlleva al declive de la libertad.

Segundo, debemos comprender que el problema con los controles es precisamente que son instrumentos que limitan la libertad ciudadana, es decir; la libertad que tiene un ciudadano para poder desarrollar ciertas actividades. En tal sentido, hay que tener mucho cuidado con cada nueva normativa aprobada, pues ellas en sí mismas son parte del contrato social que hacemos los ciudadanos con el Estado, en tal sentido ¿Cuánta libertad estamos dispuestos a ceder? “Quien empeñe su libertad a cambio de seguridad, termina sin ambas” Benjamin Francklin. Por supuesto esta frase debe ser tomada en su justa medida, llevarla al extremo solo sirve para que pierda su sentido. 

A partir de los planteamientos antes expuestos tenemos que definir cuáles son los límites que tiene el Estado para ejercer violencia legítima  -leyes- frente a la actividad ciudadana. No son los límites de la libertad ciudadana los que deben ser puestos en cuestionamiento, sino los limites que tiene el Estado para cercenarlos. El Estado no es un ente sobrenatural despojado de toda maldad humana, no es un ser de luz mesiánico; el Estado son instituciones manejadas por hombres para cumplir funciones especificas dirigidas a la seguridad, justicia, y contratación de obras públicas. Esos hombres tienen sed de poder, y son ambiciosos. De acuerdo a la teoría de élites: quienes ejercen la política como profesión son personas propensas a querer acumular poder absoluto. Es por ello que los funcionarios públicos deben ser limitados en sus funciones y prerrogativas. “El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente” Edmund Burke.

Finalmente, los controles y la planificación central fuera de las funciones naturales del Estado siempre fracasan, lo cuál conlleva a que el público en general perciba al gobierno, y a los planificadores burócratas encargados de planificar y ejecuta la acción de gobierno, como débiles ante las circunstancias; a partir de esa percenpción colectiva la reacción inmediata del público siempre tenderá a pedir más controles, muchos más fuertes que los anteriores, “porque se requiere de orden y personas fuertes que impongan ese orden”. Así, cada nuevo control se percibe insuficiente, y el caos e inestabilidad imperantes -por ejemplo, algo tan “simple” como montañas de basura en las calles- induce a niveles de stress y ansiedad en una sociedad que en su desespero termina por ceder cada vez más libertad a cambio de seguridad y estabilidad. Así, De forma inadvertida decía Hayek, la sociedad va construyendo su propio camino de servidumbre. 

En tal sentido, hay que cuidarse de políticos cuyo discurso se alimente de “amor por los pobres”, también de discursos extremistas con soluciones únicas, así como también; de diagnósticos sin soluciones, especialmente los que no respondan  al “como”. Hay que cuidarse de la demagogia, y del realismo mágico. Pero fundamentalmente, hay que cuidarse de las visiones políticas que plantean como solución a nuestros problemas más control por parte del Estado: el colectivismo no funciona en ninguna de sus versiones. La mejor planificación social la hacen los individuos libres, no el Estado. No se trata de una opinión, sino de un hecho histórico. 

Joelvin Villarreal V  
Politólogo.

jueves, 23 de febrero de 2023

Personas para el respeto e ideas para el debate.

 



Todas las personas se respetan, no hay duda de ello, sin embargo; las ideas tienen otro trato distinto, no todas las ideas son respetables: las ideas se hicieron para el debate, y debate no es lo mismo que confrontación personal. El hecho de diferir sobre las ideas no significa que dos personas, o grupos de personas, tengan que ser necesariamente enemigos. Vivimos en una sociedad polarizada y cargada de odio, entre otras cosas, gracias al discurso de las elites políticas.

Las redes sociales son reflejo de la polarización y del discurso de odio, no son en sí misma las culpables, sino las catalizadoras de todo ello. Por supuesto mis amigos psicólogos, entre otros expertos, podrán exponer razones, quizá, más profundas que las expuesta por mí en esta breves líneas; yo lo abordo desde mi área de estudio, la política. Vivimos diariamente expuestos a políticos que han entendido el juego de la polarización, saben que dividendo pueden obtener más poder y control sobre nuestra sociedad.

En el pasado, el término “político” era sinónimo de un personaje que buscaba estar en buenos términos con todo el mundo, alguien que sabía manejar sus relaciones interpersonales y sacar provecho de su buena gracia social. Las personas se comportaban en términos más diplomáticos. Hoy día el término “político”  es sinónimo de un sin fin de adjetivos negativos: odio, corrupción, abusador, entre otros. Nuestros políticos ahora no ven ciudadanos, sino vasallos; no ven criticas, sino saboteadores; no ven adversarios, sino enemigos. Todo su discurso de ha diseñado para dividirnos en bandos –colectivos- cada uno de ellos con una visión extremista y antagónica frente a los otros. Han planteado la política moderna en un juego de suma cero.

La filosofía nefasta inspirada en el relativismo le ha enseñado a la gente de que todas las ideas son validas y respetables, ese planteamiento ha tenido consecuencias negativas. Partimos de una filosofía donde todo se acepta para “no ofender”, no herir los sentimientos del otro. Hoy día, diferir se concibe como ataque personal. El debate no se concibe como herramienta para llegar a consenso, a la lógica, a la verdad; se ha desvirtuado como herramienta de ofensa, de humillar al otro, de atacar el ego. Ha dejado de ser debate para convertirse en confrontación personal. Hoy se respeta a las ideas, más no a las personas. 

Finalmente, las personas confunden sus derechos y libertades políticas inspiradas en la democracia. Ciertamente sus derechos y libertades les garantizan el poder expresar opiniones sobre cualquier tema político, religioso, economía, entre otros; garantizan además, un voto a ser contado en las urnas electorales para elegir a su representante político en cualquiera de los cargos de elección popular. Eso no se debe confundir con el hecho de que las opiniones tienen jerarquía: usted no puede pretender hablar de medicina y que su opinión tenga la misma validez que la de un medico, siendo usted albañil; o que sus opiniones en construcción puedan tener mayor peso que la de un ingeniero civil, siendo usted médico; así muchos otros ejemplos como que en los temas políticos, aunque usted tiene su opinión y derecho a expresarla, no pretenda que su opinión sea igual de respetable que la de un politólogo a la hora de analizar un fenómeno relacionado al poder. El asunto es saber diferenciar una opinión de un argumento. Las personas no están atentas a escuchar argumentos, sino a expresar sus sentimientos en forma de opinión, y hacer que estas últimas se impongan para no sentirse ofendidas. Así no se construye nada positivo, solamente odio y división; materia prima de quienes buscan perpetuarse en el poder.

Joelvin Villarreal V

Politólogo.

martes, 21 de febrero de 2023

Los pobres merecen una mejor educación.

 


Todos estamos de acuerdo en pagar los servicios de luz, agua, y gas ¿cierto?, esos servicio son, diría yo, vitales para el desarrollo de todas nuestras actividades cotidianas. Más aun el agua, líquido sin el cual moriríamos todos. Cuando vamos a la panadería, el abasto de la esquina, o el mercado tenemos que pagar por todos los productos alimenticios, entre otros, que vamos a consumir para, precisamente, sostener nuestras actividades diarias, la más importante de todas: poder respirar, es decir; tenemos que vivir. ¡Para todo ello hay que pagar!

Tomando en cuenta este contexto que les acabo de mencionar, he de suponer que estamos todos de acuerdo en que la calidad de vida, y la vida misma, tiene su precio. Todos tenemos un precio que pagar, y nuestra calidad de vida se resume a la cantidad de recursos que nosotros logramos producir con nuestro esfuerzo e intelecto. ¿Estamos de acuerdo? ¡Bien!

“no es por la caridad del panadero y del carnicero que podemos tener la cena en nuestra mesa cada día, sino por su propio interés”, parafraseo con ello parte del texto de Adam Smith, muy famoso “Causa y naturaleza de la riqueza de las naciones” 1776. Absolutamente nadie va a trabajar, a producir, e incluso a regalar algo de lo cual no encuentre un beneficio personal, así sea de carácter espiritual.

Pagamos por los antibióticos que compramos si nos enfermamos, pagamos por las vitaminas, por tratamientos de cáncer, una terrible y costosa enfermedad. Sabemos que para obtener todos esos productos, vitales, tenemos que pagar; porque la investigación, el desarrollo, producción y distribución de todo eso, tuvo un costo, y ese costo se debe pagar.

Si estamos de acuerdo en todo ello ¿Cuál es el problema de plantear el fin de la educación pública? La educación es un servicio, tal como la medicina, la luz, el agua, o el gas; y tenemos que pagarla.

¿Ustedes ven al gobierno regalando pan y mortadela a diario para que podamos cenar? ¿Cree usted que tal sociedad sería viable, sostenible? ¡Todo el mundo en su sano juicio sabe que no!

Así mismo ocurre con la educación. En primer lugar, es una falacia eso de la educación gratuita. Toda la infraestructura educativa, su mantenimiento, el personas obrero, administrativo, docente, y directivos tiene un costo, y ese costo lo paga el Estado –en teoría- con los impuestos que nos quitan a los ciudadanos, o de la renta petrolera u otros activos que –en teoría- son de todos los ciudadanos, y sin mencionar el fantasma de la corrupción imperante a todos los niveles. Por la razón previamente expuesta, cualquier alumno del sistema educativo público nos está saliendo más costoso que el alumno del instituto más caro del país. Nuestra educación tiene un costo que estamos pagando todos los ciudadanos, un costo bien caro y, además; con resultados bien pobres.

En segundo lugar, si la educación pública es tan excelente como nos la venden lo políticos en sus discursos ¿por qué razón sus hijos, y ellos mismos, no escogen colegios públicos, sino privados? Salvo excepciones, por conveniencia política además, todos estudian en colegios y hacen carrera universitaria en institutos de renombre, todos ellos pagos.

Los pobres también merecen educación de calidad. En lugar de estar financiando la corruptela del actual sistema “educativo”, vamos dejar total libertad a los institutos para que puedan diseñar sus propios currículos; que los verdaderos expertos en educación, que son los educadores, se hagan cargo de la infraestructura y su manutención, es decir; que sean ellos los dueños. Vamos a canjear la deuda pública en el sector educativo transfiriendo directamente la propiedad a todos los participantes del sistema de acuerdo a rangos de antigüedad, nivel educativo, y acumulación de deuda. Cada quien de acuerdo a una formula lógica, obtener una participación de acciones. ¡Ganamos todos!

El Estado se quita de encima un enorme peso de deuda pública, también se reduce el gasto posterior (voucher) que se solicite por concepto de subsidio directo al estudiante pobre. Y allí está la respuesta a una pregunta que usted  debe estar formulando en su cabeza desde hace rato ¿Qué va a pasar con los pobres? Los pobres van a poder solicitar un voucher educativo que le permita acceder al sistema educativo privado. Aquí a nadie se le va a obligar o a negar el poder estudiar, quien desee estudiar y no tenga recursos, solicita su beneficio. Esa sola medida reduce el gasto del Estado, garantiza acceso a la educación, y además, se elevan los niveles de calidad.

Vamos a darles la oportunidad a los pobres para que también tengan una educación de calidad, vamos a darle al país un verdadero sistema educativo.

Joelvin Villarreal V

Politólogo. 

lunes, 20 de febrero de 2023

Realismo mágico: Los extremistas de la nada


Corría el año 2004 y la famosa coordinadora democrática decide rendirse a Chávez, estaba claro que la oposición venezolana no contaba con las herramientas correctas para enfrentar la amenaza totalitaria; carecían de un elemento clave en ese sentido, un esquema de pensamiento ideológico fuera del espectro colectivista. En pocas palabras, eran tan socialistas como el chavismo, solo que menos radicales que este ultimo.

Siendo así las cosas, ninguna estrategia que cuestionara solo la forma, y no el fondo, del problema, lograría en los años sucesivos y hasta el presente romper con las estructuras de poder que sostienen al régimen, es decir; no hubo, ni hay un quiebre moral del sistema. La tesis sostenida es que el socialismo no es malo, sino que el chavismo realmente no lo ha implementado como se debe.

 Para disfrazar un poco eso, y debido al rechazo que tiene la palabra “socialismo” entre el público (cosa positiva desde mi perspectiva), se ha reemplazado por eufemismos tales como: progresismo, liberalismo (sin el adjetivo “clásico”), entre otros; que no sustituyen la semántica propia de todo colectivismo. Muchos militantes jóvenes de partidos ignoran, inclusive, que los mismos sean plataformas de izquierda, ellos juran que están a la derecha del espectro.

En todo ese contexto, de pasticho ideológico, corrupción, mafias, luchas de poder, entre otros; aparecen grupos de dudosa procedencia reclamando para ellos el espectro de la derecha, y asumiendo posiciones aparentemente lógicas buscando generar un verdadero desafío político frente al régimen. La abstención electoral aparece bien fundamentada con un objetivo principal que era lograr la ruptura del sistema internacional para con el chavismo, es decir, que no se le reconociera como gobierno legitimo y poder así requerir de la ayuda necesaria. En palabras simples: la abstención como filosofía de desconocer al régimen, sus instituciones, y los actores políticos que lo acompañan en el status quo como “oposición oficial”.

Los eventos históricos nos demuestran que la abstención fue cabalgada por el régimen, y también por la oposición; si bien es cierto en algún momento se logra el objetivo de desconocer al régimen chavista a nivel internacional, no es menos cierto que el status quo se benefició de todo ello.  El chavismo la usa para restar electoralmente a la oposición, y la oposición la usa como excusa de fracaso pero, también como acceso a un reconocimiento internacional entre 2019 y el presente (aunque hoy día diluyéndose) que le valió acceso a importantes recursos.

Los promotores reales y originales de la abstención como herramienta para desconocer y deslegitimar al régimen fracasaron en tres puntos muy importantes: a. no lograron capitalizar un movimiento político que desplazara del poder al chavismo. b. no lograron convertirse en la alternativa política de oposición con proyección internacional. c. ignoraron totalmente la materia geopolítica, sin la cual es imposible dar lectura a los apoyos internacionales y poderlos capitalizar.

Hoy día estamos ante la presencia de “los extremistas de la nada”, unos personajes aparecidos de los laboratorios chavistas que pululan en las redes sociales, y que logran embaucar a venezolanos inocentes para que estos se queden de brazos cruzados mientras se sostiene el status quo del sistema político donde solo el chavismo es la representación de todo lo que busque ser “revolucionario”, y solo la alianza opositora denominada ahora “plataforma unitaria” representa lo que busque ser oposición. En definitiva, si usted es de izquierda revolucionaria, pero difiere del psuve; lo tildan de traidor, imperialista, y cualquier otro adjetivo descalificativo y lo borran del mapa político. Mismo trato del lado “opositor”, si usted difiere de la plataforma, lo tildan de chavista, infiltrado, alacrán, y demás descalificativos que lo borran del mapa político.

Los extremistas de la nada proponen la abstención electoral, pero no explican cómo van a capitalizarla políticamente para la obtención del poder. Se enfocan en la fecha electoral, pero no en lo que ocurre luego. Además de ello, no advierten que la comunidad internacional, que en algún momento conqueteo con la idea de desconocer al chavismo y forzar su salida bajo distintos mecanismo de presión, hoy día busca estabilizar de nuevo esas relaciones producto del fracaso del gobierno interino y la asamblea de 2015 en presentarse como opciones reales de poder en Venezuela. Es decir, el argumento de que la abstención forzará a la comunidad internacional para que desconozcan legitimidad del chavismo ya fue quemada.

La práctica de los extremistas de la nada parece indicar más bien ser el producto de la contrainteligencia del régimen. Pese a su discurso cargado de extremismo, su acción es de contención, más que de ofensiva política. No estamos tampoco en presencia de algún fenómeno novedoso, basta con estudiar el comportamiento del grupo “Q” en los Estados Unidos, o de los recientes acontecimientos post electorales en el Brasil. Quien estudie sistemas y estrategias de seguridad aplicada para la contención y espionaje de los grupos extremistas islámicos sabrá a lo que me refiero. 

Finalmente, antes de cerrar esta breve disertación, polémica por demás y que me ganará el desprecio de muchos “amigos”, debo aclarar que no estoy satanizando a quienes por decisión propia y legitima han decidido no participar electoralmente; yo mismo no tengo apoyos para con nadie, tampoco tengo confianza en el sistema electoral. Es decir, no he venido aquí a promover elecciones. Si he venido a advertirles que la política es un compuesto de realismo (maquiavelismo) y moral; que ambos componentes deben estar presentes porque la ausencia de uno u otro nos llevan al totalitarismo o a la inacción. Mi propuesta sigue siendo firme, no ha cambiado: un proyecto de evangelización y desintoxicación social que permita construir una ventana de oportunidad a través de la organización y conformación de una estructura político-ideológica que se presente como verdadero desafío al colectivismo imperante y logre romper con las estructuras que sostienen al actual sistema. Claramente hablo de romper ese status quo y las bases ideológicas que lo sostienen, solo así podremos aspirar a tomar el poder. Quedarse de brazos cruzados no es lógico, ni mucho menos una opción válida. La realidad no se cambia sola.


Joelvin Villarreal V.

Politólogo.