Varios súper tanqueros Persas atraviesan el mediterráneo, uno
de ellos ya entró al Atlántico. Su misión es proveer al régimen chavista del
combustible necesario para sostener las precarias condiciones de revolución. El
6 de Junio estará llegando a puerto venezolano el primer cargamento, a menos
que condiciones extraordinarias lo impidan.
La revolución es una sola, repite Noel Leal, y tiene razón. Cuando
Irán atravesó por dificultades similares, fue PDVSA quien la auxilio. No es la primera vez que el
régimen chavista y los Ayatollah se confabulan para evadir sanciones de la
OFAC: en 2012 PDVSA recibió la primera advertencia de sanciones en su contra
por parte de los EEUU, esta se debió al auxilio de la estatal venezolana en
proveer de diesel al régimen de Bashar Al Assad por petición de los iraníes. Antes
de esa fecha, informes de inteligencia aseguraban que a través de PDVSA se
estaba triangulando el crudo iraní que por aquellos días estaba vetado del
mercado internacional por motivos de las sanciones impuestas tras el polémico programa
nuclear persa. Esa situación va mucho más allá de favores devueltos, se trata
de una agenda revolucionaria común diseñada para confrontar los intereses
globales de los EEUU: en este punto, revolución es una sola.
Siria, según Joseph Humire, es el campo de ensayos para lo
que va a suceder en Venezuela. Bashar Al Assad ha resistido cualquier cantidad
de situaciones adversas, en muchas ocasiones se llegó a considerar perdido, y sin
embargo allí permanece, e incluso cada día goza de mayor estabilidad. En este mismo orden de ideas Maduro se aferra
al poder, y utiliza toda la experiencia político-militar de los regímenes totalitarios
modernos para sortear su caída. No hay duda, está dispuesto incluso a confrontar
militarmente con los EEUU, aunque tratará de evadir dicho escenario.
La teoría del caos ha sido la herramienta socio-política más
exitosa de la humanidad, los regímenes que han logrado llevarla a cabo difícilmente
son apartados del poder por vías convencionales. Una combinación de ignorancia
y miedo aplicada en un escenario político donde el liderazgo político cuenta con el poder militar cohesionado en la personificación
de un ente, llámese líder carismático o ideal revolucionario, conlleva a la consecución permanente o muy
prolongada del poder con la anuencia de la propia sociedad que es víctima del
complot político.
La situación “adversa” que enfrenta el régimen chavista con
respecto a la escasez de combustible ya había sido puesta en agenda, es decir,
forma parte de su proyecto político totalitario. La pandemia global sin duda
facilitó la ejecución de esa agenda, e inclusive le permitió al chavismo
manejarla de forma menos violenta, caótica, de lo que inicialmente pudo ser
prevista.
El discurso anti-imperialista que implica la personificación
del “enemigo” externo, representa en este caso al factor llamado “la amenaza”. La
constante narrativa de acusación y victimización por concepto de agresión a través
de sanciones retroalimenta y fortalece esa posición.
“Las sanciones nos impiden el acceso a recursos para atender
salud, alimentación, y servicios públicos básicos en general”. En este sentido
el chavismo personaliza la agresión, es decir, le hace creer al individuo ciudadano
que él mismo es el objeto de la agresión, la víctima. Por supuesto eso también le
genera al sujeto un estado natural de ansiedad e incertidumbre por el futuro. Su
estatus de seguridad comienza a ser quebrantado. En individuos adversos al
chavismo, este discurso ha permitido que se cuestione la estrategia
norteamericana y se le considere desenfocada del verdadero objetivo, es decir,
el régimen. En ambos casos, tanto el chavista como el opositor, perciben la agresión
como una amenaza propia y no contra el régimen.
La escasez de gasolina, servicios básicos, el confinamiento
por la pandemia, han generado un tipo de caos distinto al diseñado por el régimen
inicialmente pero, funcional y menos adverso. La situación se ha prestado para poder
introducir el objetivo clave, aquello que realmente se busca capitalizar de
dicha situación, el control social. Un rumor mide el nivel de ansiedad, es
decir, hasta donde la sociedad está dispuesta a “intercambiar” su libertad por “seguridad”,
lo que la sociedad considera normalidad.
“El régimen va a re-diseñar el esquema de distribución de
gasolina, privatizaran las Estaciones de Servicio E/S, y la gasolina costará
poca más o poco menos de un dólar americano”.
En una situación donde un público élite está acudiendo al mercado
paralelo para adquirir el litro de gasolina en un orden aproximado de tres dólares
americanos, el rumor del aumento se percibe como alivio: “Pero podremos
trabajar”. Así es aceptada la nueva
realidad.
El régimen consigue: a) un nuevo negocio para sus
testaferros y aduladores; b) aumentar el precio de los combustibles evitando
comprar gasolina en el extranjero a precio de perdida, al tiempo que se sacude
el problema de las refinerías paradas; c) excluye con el nuevo precio a una
cantidad importante de usuarios. Lo que permite reducir la capacidad de
movilidad social. D) desmoraliza a opositores y moraliza a sus afectos: “Hemos
derrotado el bloqueo de los EEUU”. E) La nueva dinámica fortalece la
vulnerabilidad y dependencia social al estado, los precios de productos básicos
se verá afectado y la capacidad adquisitiva de muchos venezolanos continuará
con su desplome.
Dentro de todo este esquema hay que esperar por el
desarrollo de dos factores importantes: a) como se va desarrollar el pico de la
Pandemia en el país; b) La reacción de los intereses internacionales al
respecto de la situación geopolítica derivada de esta dinámica de relación con
los iraníes.
Sin duda la teoría del caos es la protagonista de los
actuales eventos políticos sociales en Venezuela. Preocupa la escasa o nula
respuesta de los factores de oposición a la agenda desarrollada impunemente por
el chavismo y sus aliados.
Joelvin Villarreal V.
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