Hace un año se advirtió sobre las nefastas consecuencias del “dialogo”
entre las organizaciones políticas criminales y el régimen tiránico. En
aquellos días de confusión muchos venezolanos optaron por ignorar las voces libertarias
que, con enorme esfuerzo y coraje, se abocaron a intentar desmontar la trampa
legitimadora que terminaría acabando la protesta de calle. La resistencia
ofreció argumentaciones históricas y filosóficas a todos los actores políticos,
para que en un futuro, estos no tuviesen excusas con las cuales pudiesen evadir
su responsabilidad histórica en aquellos eventos; que sirvieron de base
fundamental para la legitimación del yugo opresor de la tiranía comunista y la
satanización de las protestas de calle.
Nunca el dialogo con las tiranías ha funcionado, no le funcionó a
Inglaterra y a Francia para con los nazis, no le funcionó a los estados unidos
y a sus aliados para con los comunistas, tampoco funcionó en Venezuela en
aquellas famosas mesas de diálogo con el difunto. Para los comunistas, dialogo
significa debilidad del enemigo, y en función de ello actúan, entender esta
realidad universal era y sigue siendo fundamental para trabajar en función de
la libertad de nuestra nación.
La mafia mercantilista y política que mantiene bajo secuestro a los
partidos políticos, habiéndolos transformados en las organizaciones políticas
criminales de hoy, son los mismos que actúan bajo el amparo de una supuesta
legitimidad institucional que les permite negociar espacios de poder y
económicos en nombre de los venezolanos ante un régimen criminal y violador de
derechos humanos, régimen que a su vez mantiene bajo secuestro a los podres del
estado venezolano. De manera que estamos ante la presencia de un pacto entre
mafias políticas que se retroalimentan bajo la mutua legitimación de un sistema
beneficioso para ellos, y decadente para la ciudadanía. Sin embargo, en todo
pacto mafioso surgen disputas internas entre las partes, que tarde o temprano,
devienen en vendettas.
La vendetta política que ya ha sacado de juego a Rodríguez Torres y a Rafael
Ramírez, entre otros personajes del régimen, viene ahora a tocar a las figuras
colaboracionistas de Antonio Ledezma y María Corina, no por casualidad, esto
sucede puesto que cada uno de estos personajes representa de alguna manera la
parte radical de cada bando y son los que ponen en peligro la estabilidad del
sistema y su pacto. Ledezma es hoy
víctima de un verdugo al cuál legitimó en el poder y revistió de demócrata allá
en Miraflores con aquel apretón de manos y ese
“sr presidente”, Ledezma fue además, entregado por quienes dicen
representar la unidad y el cambio, pero que trabajan a diario para neutralizar
voces consideradas radicales y anárquicas de calle, las cuales ponen en peligro el show electorero que repartirá
las parcelitas del 2015.
Tanto el régimen como a sus colaboradores les conviene un juego donde se
presenten en público como enemigos antagónicos, esto eleva la deteriorada
confianza de los ciudadanos hacia ellos, mientras que se ocupan de apartar a
todos aquellos elementos que signifiquen un peligro para sus planes electoreros
o estén en descontento porque fueron marginados de alguna manera en la
repartición de este año.
Los resultados del dialogo con la tiranía, hasta ahora han devenido en un
aumento desmedido de la represión tal cual se había advertido, mantuvo al
sistema que ya decaía ante las guarimbas libertarias, pero a pesar de todo lo anterior, gracias a Dios y
a la resistencia de esta juventud heroica y libertaria, la protesta no ha
cesado.