Latam no entiende de instituciones fuertes e imperio de la ley, sino de hombres fuertes e imperio del autoritarismo. Además, todo lo llevan a un plano de sentimientos en lugar de razonamientos. El anhelo de libertad no es otra cosa que la eterna búsqueda de un mesías político.
En su poco conocimiento sobre la historia de las
instituciones políticas de occidente les es imposible concebir que la libertad
política y civil, además de la propiedad económica, se puedan lograr por vías
distintas a la fuerza e imposición.
Somos pueblos, no ciudadanos, realmente vulnerables a
discursos demagogos y trampas del poder totalitario. Le vendemos el alma a
cualquiera que nos ofrezca un poco de estabilidad o seguridad a cambio de
libertad. Estamos atrapados en un círculo vicioso, sin seguridad ni libertad.
La seguridad y la estabilidad están en función de la extorsion del gobierno de turno. Si eres enemigo, adversario, o simplemente por
diferir algún planteamiento de gobierno de turno, te haces automáticamente un
criminal a los ojos de quienes ejercen el poder.
No hemos vivido realmente en libertad, sino en el
chantaje que nos dan a elegir entre unos y otros de los señores que manejan el
poder. Autoritarismo, desorden –libertinaje-, y totalitarismo... Y así el ciclo
comienza de nuevo y no parece haber quien lo rompa.
En los 70 la moda politiquera consistía en venderse al público
como “estadistas” de izquierda; muy al contrario, los actuales demagogos de
turno se exhiben como grandes gerentes –empresarios- de derecha, con un plus
adicional: pretender la imagen del outsider, seres inmaculados fuera del
sistema político.
Volvemos así al tema del realismo político, y del
realismo mágico; de la polarización que solo sirve a los titiriteros del poder,
y con la cual aseguran para sí mismos la hegemonía del campo político: Controlan
“el orden del discurso”, de acuerdo a Foucault; porque “Discurso es poder”, según
Van Dijk.
La democracia ha caducado, el sistema democrático deriva
en demagogia, lo que no significa automáticamente pretender una dictadura, la solución
no es un golpe de Estado militar; sino el fortalecimiento de las instituciones políticas
que hicieron de occidente el mejor mundo posible, es decir, la construcción de
una República en todo el sentido de la palabra: rule of law –Imperio de la ley-;
un gobierno de leyes, no de hombres. Si no educamos a nuestra población en
altos valores civiles y culturales; si no practicamos la verdadera política, la
que impone límites a los gobernantes y respeta la separación de lo público y lo
privado; y si no educamos en función de una economía libre, jamás saldremos de
ese círculo vicioso.
No existen atajos que nos lleven al primer mundo, ningún hombre
es tan virtuoso como para no dejarse corromper frente a la tentación del poder absoluto.
Solo ha habido un Cristo, y no vino a fundar partidos políticos. Dejemos de
buscar mesías fuera del cristianismo o seguiremos padeciendo infiernos a razón
de paraísos prometidos.
Joelvin R. Villarreal. V
Politólogo.