Joelvin Villarreal. |
El
siglo XX venezolano da inicio con el nacimiento de una nueva concepción de lo
que eran, hasta ese momento, las instituciones políticas que sostenían al
estado, entre ellas; las fuerzas armadas.
Cuando se da inicio al siglo, las fuerzas armadas no estaban
constituidas como cuerpo profesional, todavía actuaban como grupos montoneros
al servicio de los grandes jefes caudillos que gobernaban el país, quienes
concebían al estado como si de una hacienda se tratase y, en mi opinión; era una forma relativa de feudalismo post
colonial.
El
proceso de modernización que impulsaría el nuevo gobierno del general Juan
Vicente Gómez, de quien se dice no podía distinguir entre el erario público y
su hacienda personal, no sólo logra pacificar al país, sino que lo confronta a
la realidad política internacional y le obliga a reorganizar a las
instituciones políticas; comenzando por la profesionalización de los cuerpos
armados al servicio de la república: fuerzas armadas y policiales.
Pero
la modernidad que ocupa al estado venezolano del siglo XX se va a concentrar en
las grandes urbes, en especial; la capital de la república. La llegada de la
industria petrolera a nuestro país trajo como consecuencia la creación de todo
un sector mercantil abocado a los servicios, entre otras actividades que
impulsaron una gran diáspora desde los campos venezolanos a las grandes urbes.
El
vacio que se produjo entre lo urbano y lo rural impulsó cambios políticos significativos
e inestabilidad en nuestra sociedad, un ejemplo de ello serán: la llamada
generación del 28; los movimientos políticos que surgen tras la muerte del
General Gómez; la transición de poder del sector militar al sector civil,
abortada luego tras el golpe contra Rómulo Gallegos y retomada más tarde tras
la caída de la dictadura del General Marcos Pérez Jiménez; las reivindicaciones
sociales, nacimiento de los partidos políticos, voto universal, directo y
secreto; conformación de gremios, y sindicatos. Pero también se produce un
antagonismo entre lo rural y lo urbano cuya manifestación empírica serán los
cinturones de pobreza alrededor de nuestras grandes urbes; la modernidad de
caracas, por ejemplo, contrasta con la miseria y el atraso de la goajira.
La
actuación del gobierno, antes autoritario, va ir de alguna manera humanizándose
a medida que se democratiza y, tomará en
cuenta los aspectos sociales a través de su preocupación y posterior ocupación
en torno a grandes programas destinados a la salud, educación, entre otros no
menos importantes que contribuyen a la integración de la sociedad a los grandes
cambios del modernismo. Aunque este proceso de integración será cada vez más
difícil a medida que las demandas sociales en las urbes crece de forma
desordenada.
Tras
el advenimiento de la democracia la segunda parte del siglo XX venezolano va a traer consigo
grandes movimientos políticos de marcada diferencia entre lo urbano y lo rural:
mientras en la ciudad se desarrolla el pacto de punto fijo, la incapacidad de
los grandes partidos en integrar a los campesinos de forma efectiva a la
dinámica política de aquellos años dio como resultado que en los campos apareciesen
los movimientos subversivos de tilde revolucionarios, cuyos cabecillas y
principales impulsores eran intelectuales de izquierda radical descontentos con
el sistema político imperante, de izquierda menos radical.
Todo
este proceso modernizador que arranca a
inicios del siglo XX en Venezuela, va a culminar a finales de siglo con grandes
AVANCES EN LA MODERNIZACIÓN DEL ESTADO, E INSTITUCIONES pero, acompañados de
una fuerte INESTABILIDAD DEL SISTEMA POLÍTICO; el caracazo, los intentos de
golpe de estado, la destitución de Carlos Andrés Pérez, la recesión económica del
90: todo ello desencadenó el inicio de un proceso transitorio de la democracia
hacia el pretorianismo, el cual, inaugura el siglo XXI.
Desde
1999 hasta la presente fecha, el gobierno del ex presidente Chávez y ahora su
sucesor el presidente Maduro, han dado inicio a un proceso de carácter
revolucionario, el cual, se sustentó en la constitución de 1999 y su posterior
reforma pero que ahora tiene como base fundamental el denominado “plan de la
patria”, este último en riña directa con la constitución del 99, por ejemplo en
el aspecto económico. Desde sus inicios, la revolución bolivariana se proyectó
en razón de la destrucción sistemática de las instituciones políticas
republicanas, estas últimas para ser reemplazadas por nuevas instituciones
socialistas. A raíz de este proceso las instituciones políticas se fueron
debilitando a medida que las fuerzas sociales fueron tomando cada vez más auge;
en la sociedad venezolana actual existe: una marcada ausencia de obligaciones y
deberes cívicos; hay carencias de autoridad y disciplina, además; no existe
consenso sino, polarización.
El
gobierno “Chavista” tal vez es un modelo inclasificable que, surgido de la
democracia, ha estimulado el autoritarismo de sus gobernantes y ha terminado
transformando la nueva democracia “protagónica y participativa” en un modelo
antidemocrático, totalitario. Los partidos políticos venezolanos están hoy día
seriamente cuestionados por la sociedad política, la debilidad de los partidos
políticos opositores frente al autoritarismo revolucionario hace de la
Venezuela del siglo XXI un estado políticamente inestable.
Venezuela
en el siglo XXI carece de instituciones que la hagan políticamente estable. Las
instituciones políticas republicanas han sido diezmadas unas, y desaparecido
otras; la fuerza armada, como institución, es un ejemplo de todo ello.
La
antigüedad hace únicas a las instituciones políticas norteamericanas, esto
ocurre porque en los estados unidos el gobierno se somete a la ley fundamental
(constitución) como la fuente de la autoridad y la limitación de la acción
humana; la autoridad allí está dispersa en varias instituciones. En Venezuela
ha ocurrido lo contrario, al igual que en la Europa del siglo XVII; el estado
ha reemplazado el concepto de ley como fuente de la autoridad política. Como la
constitución socialista del 99 ya no es suficiente para los planes revolucionarios,
esta ha sido reemplazada por el plan de la patria, es decir; el estado por
encima de la ley fundamental: todas las instituciones del estado venezolano
trabajan en función de las metas trazadas por el plan de la patria.
No
es primera vez que ocurre este hecho en Venezuela, durante el periodo en el
cual estuvo en vigencia la constitución del 61, los partidos políticos y
gobiernos de Venezuela actuaron al margen de las garantías económicas
establecidas en dicho texto fundamental: el estado en nombre del bien social,
suspendió las garantías económicas indefinidamente.
Como
si de un ciclo se tratara, el siglo XXI ha comenzado de forma similar al siglo
XX: nació con una nueva concepción de lo que hasta entonces eran las instituciones
políticas que sostenían al estado, pero estas, en lugar de evolucionar,
sufrieron un grave retroceso: la nueva concepción institucional, también
dirigida por un militar, y bautizada como socialismo del siglo XXI; es tan solo
una exacerbación de los mayores fracasos históricos de nuestro país y de otras
experiencias similares en el mundo, por ejemplo la unión de repúblicas
socialistas del soviet –comuna en ruso- (URSS).
La
inestabilidad política actual, y la débil institucionalidad en la cual se sostiene
el estado venezolano podría transformarse en una oportunidad única en nuestra
historia: si una o varias fuerzas político-sociales logran estructurar un gran
movimiento nacional de suficiente fuerza moral, e intelectual pudiesen
plantear, a modo de presión, una transformación profunda del sistema político;
capaz de confrontarlo nuevamente con la realidad internacional y obligando una
reorganización de todas las instituciones que lo conforman.
Venezuela
necesita la constitución de un estado sometido a la ley, una economía de
mercado, y una real representatividad político-electoral.
Lo
económico es una consecuencia de lo político. Debemos organizar las
instituciones políticas necesarias para obtener la realidad económica que
deseamos.
Twitter: @JoelvinRV
Instagram: @Joelvinv
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