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domingo, 6 de diciembre de 2015

EL 6D NO ES LA SOLUCIÓN

Por: Juan. M. Parra.
He notado con enorme preocupación las expectativas que en la opinión pública venezolana se ha venido formando en torno al tan esperado 6D. Expectativas que, aunadas a los aires de triunfalismo ingenuo que se inyectan directamente desde el sistema propagandístico electoral de los partidos políticos, pueden derivar en un duro golpe con la realidad al no encontrarse con lo esperado.
Este amplio sistema propagandístico está reforzado a su vez por un grupo de influencers (un conjunto de actores no necesariamente políticos que ostentan un cierto grado de credibilidad sobre un área específica, tales como locutores, escritores, periodistas, economistas, intérpretes, músicos, etc) quienes junto a los feligreses del voto y la tolerancia pendeja de la Mesa de la Unidad, están diagnosticando mal la enfermedad que nos adolece –bien sea por deliberación, por ignorancia o una combinación de ambas. Por tanto, el remedio que dan es totalmente equivocado y hasta cierto punto, contraproducente. Y el problema se torna aún más grave, porque este conjunto de personas influyen enormemente en la opinión pública cada vez que emiten un juicio político, formando por acción u omisión parte importante de la maquinaria comunicacional del establishment venezolano.
Al contrario de lo que muchos influencers y la peligrosa corrección política venezolana nos han hecho creer, al país no le hacen falta tiempos “de diálogos ni de pactos” a través de votaciones arregladas, y mucho menos de amnistía (como ya se empieza a escuchar) una vez tomado el poder. En vez de ello, hacen falta 
1. tiempos de justicia: para todos los venezolanos que somos víctimas del actual período de oscurantismo totalitario, donde se persigan y se coloquen tras las rejas a los criminales en el poder. Donde se denuncie públicamente al socialismo como doctrina del mal y se prohíban los partidos comunistas. Hacen falta
2. tiempos de manual: que se componga de una serie de proyectos político claros, eficientes, ajustados a la realidad y en favor de la estabilidad política y económica, del Estado de Derecho y las libertades individuales. Donde –a través de la seguridad jurídica de los auténticos derechos de propiedad– se exalten los valores del trabajo honesto y responsable, y se asegure un futuro de prosperidad y riqueza –en vez de todas aquellas agendas clientelistas-populistas “de lado y lado” que solo nos condenan a la miseria y el atraso. Y por último, hacen falta
3. tiempos de látigo, el cual se debe encargar de la tranquilidad del ciudadano: éste debe mantener el orden público y combatir de forma inclemente la inseguridad física a través de eficientes agentes de seguridad respetuosos de la ley.
Ante todo lo anterior y en contraste con la bajeza del accionar de aquellos actores políticos y no políticos que se consideran parte de una oposición cada día menos opositora, la sociedad civil debe tomar de una vez por todas el puesto que se merece: desconocer a los mal llamados partidos políticos que lo único que hacen es comerciar con la esperanza de la gente, resistir a los actores e influencers que hacen más empinado el camino libertario, y confrontar tajantemente al sistema de oprobio narcocomunista que ha usurpado el poder. Una vez logrado, el pueblo debe llamar al poder constituyente originario.
Por último, considero de que las votaciones en Venezuela lejos de ser la solución, son la perpetuación de la desgracia. El voto se convierte en un mero acto de inmoralidad política –y posiblemente de traición a la patria– al dejar como árbitro de tan delicado proceso a quienes son nuestros verdugos y sus colaboradores opositores: el verdadero harakiri político.
Titter: @jmpm_ 

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