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martes, 18 de abril de 2017

Contra el bochinche político contemporáneo.

Joelvin Villarreal.
Un país cargado de ilusiones y utopías políticas no comprendió el momento histórico que por aquellos días se vivió. El presidente Pérez, como cualquier político, cometió errores y de eso no hay duda pero, el error más grande que se cometió en la política de aquellos días fue precisamente darle muerte política, no a la figura de Pérez sino; a la democracia.

Los atajos políticos y el egocentrismo de algunos dirigentes, que de manera inconsciente, al despotricar de los partidos, de la política, y de lo político; fomentaron una trágica campaña entre el vulgo, cuyo resultado inevitable no sería otro, más que clavar, firme en el pecho de la república, una puñalada al sistema político. Quienes pretendieron vengarse, y acabar con la figura de Pérez, por el contrario; abrieron las puertas a la sedición por otros medios. 

El país político se cargó con una atmósfera revanchista, contraria al verdadero espíritu democrático. Guardaron las formas, sí, pero en el fondo, el aventurismo cortoplacista de una dirigencia política irresponsable y sesgada comenzó a abonar el terreno político para que en menos de media década el país fuese entregado de brazos abiertos a la más grande tragedia política de los últimos tiempos.

No hubo un liderazgo consciente, o por lo menos no en demasía, que pudiese encaminar al país y desmontar tan vil campaña. Las celebraciones populares ante los acontecimientos y los gritos de gente en la calle atribuyéndole a los golpistas del 92 aquel "milagro de justicia", no eran más que un inequívoco síntoma de una democracia enferma y agónica. 

La actual crisis política que padece Venezuela debe tomar en cuenta aquellos acontecimientos históricos para no volver a repetir errores políticos de consecuencias catastróficas, pues las heridas y las consecuencias de tales errores podrían llevar décadas en cerrarse. El revanchismo político, el egocentrismo ciego de algunos liderazgos, y las salidas cortoplacistas, deben ser enfrentadas de manera firme,  y puestas en el espejo de nuestra historia política contemporánea. No es sólo un imperativo moral, sino que además; de ello depende realmente parte del futuro de nuestra nación. Ya lo vimos el 11 de abril del año 2002, el bochinche político de la dirigencia mal organizada, cortoplacista, y cargada de revanchismo político fue lo que regresó a Chávez al poder.    

Hay que reconocerle a Carlos Andrés, aun a pesar de sus errores, esa visión política de firmeza y serenidad ante aquellas circunstancias; que le permitieron  no alimentar con más leña esa inmensa hoguera donde se sacrificó al país. Hoy Venezuela necesita de una necesaria visión política que permita la construcción de la salida que apague finalmente la hoguera y que permita el entendimiento y la participación política de los principales factores representativos de la sociedad, no es algo que a muchos guste, pero es el verdadero camino a la paz y a la conformación de una verdadera pluralidad democrática.  

No podemos seguir permitiendo el debilitamiento de las instituciones del sistema político, en especial los partidos. Se nos es válido criticar e incluso discernir de algunos liderazgos puntuales, lo que no se nos es válido; es atacar a las instituciones democráticas propiamente. La histórica contemporánea nacional ya ha demostrado en demasía las consecuencias de ese pernicioso ataque  las instituciones democráticas: en la medida que los partidos políticos se debilitaron, se fortaleció el poder del pretorianismo.

Joelvin Villarreal.

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