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sábado, 14 de diciembre de 2013

El 8D

La MUD fracasó y muchas de sus aparentes victorias fueron gracias al auxilio de partidos independientes a ultima hora.ejemplo #‎Maracaibo, donde,sin el apoyo del partido independiente del zulia (PIZ) la tarjeta de la unidad hubiese quedado 2pts por debajo de la alianza de partidos denominada "polo patriótico". cabe destacar que la tarjeta del PIZ en esta ocasión fue prestada al movimiento político e ideológico RUMBO PROPIO, el cual bajo la dirección de su presidente, el economista Nestor Suarez le dieron un toque especial a la campaña marabina. Por vez primera en una campaña electoral por el municipio se cuestiono ideologicamente al sistema político y económico. Este hecho fue el detonante para que sin la disposición de grandes recursos y censurados en gran medida por los medios, este grupo lograra en tan poco tiempo la cantidad de votos necesarios para convertirse en los grandes electores de la campaña. La presencia de Rumbo Propio quedo en las parroquias y barrios de la ciudad, sembrando así una semilla que tal vez en algunos años pueda lograr un cambio verdadero.

Partidos independientes lograron romper polarización y obtuvieron varias alcaldías a nivel nacional, este hecho ha pasado desapercibido, en gran medida por los intereses de ambos bloques MUD-PSUVE en mantener la ilusión de una Venezuela polarizada.  Independientes y abstencionistas fueron los grandes electores de estos últimos comicios electorales, los grandes bloques de poder fueron forzados a negociar poder, espacio, recursos e incluso planes de gobierno con partidos minoritarios.esto es un gran avance, aun cuando de momento solo es observable por quienes nos dedicamos a las ciencias políticas. 

Recomiendo a los abstencionistas organizarse de manera tal que puedan tener representación política, quejarse no es suficiente. Si quieren estar representados en el poder no pueden dejar en manos ajenas esa responsabilidad, son perfectamente entendidas sus diferencias con la MUD-PSUVE y el resto de los partidos políticos, por tal motivo deben construir ustedes su propia organización o fijar alianzas con los denominados independientes. sean realistas.

 Recomiendo a independientes aprovechar estrategicamente lo obtenido e intentar agrandar sus filas con los abstencionistas actuales. En la medida que este objetivo sea logrado, su peso terminara por imponerse a los bloques hegemonícos actuales. 

Independientes y Abstencionistas el futuro político venezolano dependerá en gran medida de lo que decidan de ahora en adelante. Recuerden la política es la mas noble de todas las ciencias, pues su objetivo es dirimir los conflictos sociales de la mejor manera posible sin recurrir a la violencia. el poder debe estar representado entre los diferentes factores que conforman a la sociedad, es hora de abandonar esas obtusas ideas que tienen los partidos actuales de gobernar solos.


Joelvin Villarreal. 

jueves, 13 de junio de 2013

La educación NO es un derecho

Así de simple. En la filosofía objetivista existe un solo derecho: “El derecho del hombre a su propia vida”. De este de desprenden los derechos fundamentales (derechos negativos comúnmente llamados), el derecho a la vida, la libertad, la propiedad y la búsqueda de la felicidad. Estos derechos son los únicos existentes ya que maximizan la libertad individual y garantizan la ausencia de coacción. En palabras más simples, hago lo que quiero mientras no afecte a otro. 

La existencia de un tal derecho a la educación, al trabajo, la salud, etc., son inventos colectivistas que ponen en riesgo nuestros derechos fundamentales. Estas creaciones colectivistas atentan la base del individualismo, ya que afectan directamente la propiedad y libertad de otros individuos.

La existencia de un derecho a la educación implica que por la búsqueda de un ideal colectivista, no se respetará el derecho de propiedad de los individuos. Más sencillo, el derecho a al educación significa que el estado debe garantizar un servicio de educación a los individuos si y solo si por el hecho de ser hombre. Para realizar esta acción el estado necesita recursos, ya que el profesor no trabaja gratis, hay que pagarle un sueldo. Un edificio y laboratorios no crecen del suelo, hay que construirlos y financiarlos. Lápices, cuadernos, energía, agua potable, etc. no son gratis, alguien produce estos bienes hay que pagar por ellos. Y así se puede hacer una lista interminable de lo que significa este derecho a la educación. La pregunta lógica que cualquier persona se debería hacer, ¿De dónde van a salir los recursos para financiar este derecho? La respuesta es obvia, del fruto del esfuerzo y trabajo de los hombres. Por medio de la fuerza, no respetando su derecho fundamental de la propiedad, el estado robará los recursos honradamente ganados por un individuo.

“Si algunos hombres pueden exigir por derecho los productos de la labor de otros, esto significa que esos otros están siendo privados de sus derechos y condenados a trabajos forzados.
Cualquier supuesto "derecho" de un hombre que requiera la violación de los derechos de otro, no es y no puede ser un derecho.
Ningún hombre puede tener derecho a imponer sobre otro hombre una obligación que éste no escogió, un deber no recompensado o una servidumbre involuntaria. No puede existir tal cosa como "el derecho a esclavizar." 
Los argumentos clásicos para respaldar el derecho a la educación son esencialmente dos: una persona sin educación no es libre y una sociedad con educación es beneficiosa para todos. El primer argumento es falso, ya que la condición de libre de un individuo está en tener garantizado el derecho a su propia vida y a la posibilidad de usar su mente sin que nadie se lo prohíba. El segundo argumento, hace referencia a un bien común, a un objetivo colectivista. Estos argumentos no son racionales, ya que están basados en un supuesto que el colectivo esta primero que el individuo, principio irracional bajo la lógica objetivista.
Plantear este punto de vista en la actualidad es políticamente incorrecto. La propaganda izquierdista, la aceptación de lo colectivo por sobre el individuo y el subjetivismo reinante, hará sumamente difícil para cualquier persona racional presentarlo y defenderlo. En esta realidad, pensar que en el corto plazo es posible hacer un cambio, es complicado, pero es totalmente factible. Las universidades privadas y la educación subvencionada, fueron los primeros pasos. Se dio la posibilidad que privados entregaran servicios educacionales.  Los créditos universitarios con aval del estado también van bien encaminados, entregando la responsabilidad a los estudiantes. A pesar de todo, los políticos están empeñados en arruinar las noticias positivas, lamentablemente crecen las regulaciones en la educación subvencionada y no se fomenta la responsabilidad individual sobre la educación.
Finalmente,  Señores políticos, bajen el gasto fiscal, eliminen y bajen impuestos, y por favor permitan gastar nuestro dinero en seguridad, justicia y obras publicas genuinas.

viernes, 7 de junio de 2013

De Eric Ekvall a Macky Arenas

Querida Macky,
Muy elocuente tu carta en defensa de Guillermo Zuloaga, con excelentes y muy válidos argumentos. Gracias por poner en palabras lo que muchos pensamos, sobre la visión, el coraje, el compromiso y dedicación que motivaron a la familia Zuloaga y los directores del canal, que les permitieron luchar por su sobrevivencia hasta el fin.
Sin embargo, lamento que Globovisión se haya plegado tanto tiempo a los designios oscuros de algunos operadores de la MUD quienes lograron convencerlos de ese ilógico (y nunca fundamentado) argumento de que el hablar del fraude electoral equivalía a estimular la abstención. Ninguna encuesta lo comprueba. Ninguna prueba existe que ese mito tenga fundamento ninguno.
Atribuyo (como bien sabes si has leído mis escritos sobre el tema) a Teodoro Petkoff la autoría intelectual de este perverso mito que nos ha costado años desmontar, y cuyos efectos, irónicamente, han terminando creando las condiciones que llevaron a Globovisión a una muerta prematura.
Y Teodoro Petkoff y sus operadores sí tuvieron una influencia indebida en la línea editorial de Globovisión en un momento crítico, cuando hubiera sido posible desmontar el mito a tiempo. Luego el mito adquirió vida propia, como las leyendas urbanas, y parecía que nadie en el canal quiso tocar el tema. Nitu intentó hacerlo hace un año y la vetaron. ¿Quién? ¿Bajo qué pretexto?
¿Quienes fueron los que vetaron sistemáticamente a Alfredo Weil, y a otros muy calificados expertos sobre el tema electoral, para que nunca a tiempo pudieran exponer sus argumentos delante del público a través del canal?
¿Quienes aseguraron de que en la línea editorial del canal nunca se hablara de fraude?
¿Por qué ninguno de los muy calificados periodistas de la planta nunca iniciaron hasta la más superficial investigación de un tema que viene floreciendo y cogiendo fuerza, año tras año, desde hace casi 10 años, nunca reconocido y por debajo del radar de los medios controlados por el régimen, en cuanto tema electoral, como El Universal, con Eugenio Martínez actuando como censor y fungiendo de komisar político?
Eso es lo único que reprocho, con tristeza, a Globovisión, y sobre todo a sus directores y accionistas. Que no tuvieron el coraje de nadar contra la corriente impuesta por la MUD; que no tuvieron la visión necesaria para reconocer una mentira, y que esa mentira, aunque pareciera blanca (o en este caso, azul o amarillo, etc.), al seguir propagándola, terminaría sepultándonos a todos.
Hoy Petkoff (con quién me topé sorpresivamente hace un mes, después de no dirigirle la palabra durante más de seis años) ya es viejito, hasta decrépito, pero su obra sigue viva en manos de sus seguidores del Grupo La Colina quienes llevan una guerra intestina de baja intensidad dentro de la MUD. Y por supuesto los tantos tarifados de la oposición (que hoy aparecen y crecen como monte) quienes también hacen todo lo posible para que las entrañas podridas del CNE sigan intactas, listas y capaces para arrebatarnos cualquier contienda electoral que deseen ganar.
Cómo hubiera cambiado, quizás, la historia de Venezuela si Globovisión no se hubiera plegado a la voluntad de unos delincuentes. Y Macky, esa es una muy triste realidad, que a estas alturas nadie puede negar.
Con mi mayo respeto siempre y cariño,
Eric Ekvall

domingo, 2 de junio de 2013

Capriles seguidor del modelo brasileño.

Por Robert Alonso. 

SEGUIDOR DEL MODELO “BRASILERO” ES DECIR: BRASILEÑO

Los comentarios sobre esto, se los he pedido a mi gran amiga, la periodista brasileña Gracita Salgueiro, quien conoce a fondo el tema, por supuesto: 

Lula y su partido han vendido al mundo una imagen de su gobierno que no es real. En su primer mandato él creó un programa - que NUNCA se habló públicamente de los resultados - llamado "Hambre Cero" y hasta dio conferencias por el mundo respecto a eso.

Su discurso, que está a miles de miles de kilómetros de la realidad, fue recibido por el mundo como una "izquierda moderada" y que ha sacado a miles de personas de la linea abajo de la pobreza, lo que no es verdad, pues todo que él a hecho fue crear dependencia económica del gobierno en un proteccionismo demagógico y populista a través de ayudas mensuales sin que nadie necesite trabajar para obtenerlos. El empleo, que de hecho podría sacar de la pobreza a la gente, nunca él se preocupó en crear. Son las llamadas "bolsas" donde la gente más pobre no necesita preocuparse en trabajar para recibir un salario, pues el gobierno les da sin ninguna contrapartida. Los dependientes de dichas bolsas son miles de personas que resultan en votos. Solamente tras su salida del gobierno y con los escándalos por soborno de su partido (lo conocido "mensalão"), el mundo empezó a conocer que la cosa no era bien como les vendían y hubo unos países que llegaron a publicar sobre el tema. Pero los socialistas silenciaron respecto a eso o intentaron desmentir, afirmando tratarse de "calumnias de la oposición".

No puedo afirmar que Ratonski no conocía las mentiras ni menos aún que él conoció tras el escándalo destapado. Sin embargo, suena como mínimo sospechoso que él proclame públicamente - y como te dije, no fue solamente ahora, sino desde los comicios del año pasado - que desea seguir la línea de gobierno que hizo Lula "sin saber" que él era muy amigo de Chávez, que hizo campaña en vídeo para él en sendas ocasiones y que, además, ambos pertenecen al Foro de Sao Paulo.

Un candidato presidencial que desconozca esa organización criminal que tiene entre sus miembros fundadores - y que permanecen hasta hoy - a las FARC, Cuba y sendos bandos terroristas, y que Lula es su fundador con Fidel Castro, no tiene capacidad de conducir ningún país que se quiere democrático de verdad, y que respeta las libertades individuales.

En todos casos, ya él desconozca o sepa y se cale, lo descalifican como un candidato de "oposición". 

Pero, al parecer la gente está tan harta del chavismo-madurismo que cerra los ojos ante esa realidad. No sé que va pasar en Venezuela y eso me preocupa por los tantos amigos queridos que tengo allá, pero una cosa estoy de acuerdo: hay que sacar a Maduro lo más pronto posible, aunque yo no sepa como pues es más que urgente sacar a Cuba de dentro de Venezuela. Y eso es el 13º trabajo de Hércules.

Aprovecho la charla para enviarte mi último artículo que demuestra bien la situación de Brasil, lo mismo que Ratonski dice admirar y querer seguir las políticas.

Fuerte abrazo, amigo!

Nota: Para mayor información, les recomendamos leer el siguiente artículo publicado por Gracita en la siguiente dirección virtual…

http://www.periodismosinfronteras.com/brasil-las-farc-ya-tienen-representante-legal-alli.html

sábado, 2 de febrero de 2013

La rebelión de Cartman: Los gnomos invisibles y la mano invisible en South Park




El humor se ríe de la gente (esa es su naturaleza). Como decía Aristóteles en su Poética, el humor retrata a la gente como peor de lo que es y la hace parecer ridícula. Reírse de la gente es sentirse superior a ella. El humor puede ser directamente malo. Los contemporáneos de una comedia concreta pueden ofenderse por ella, especialmente cuando son los objetos de sus burlas y se sienten amenazadas por ella. Solo el paso del tiempo puede suavizar los golpes inicialmente salvajes del humor satírico y permitir a generaciones posteriores poner en un pedestal a autores que se veían originalmente por sus enfadados contemporáneos como en el fondo de una alcantarilla.
Así que a la gente que hoy condena a South Park por ser ofensiva se le tiene que recordar que el humor es ofensivo por su misma naturaleza. Deriva su energía de su poder transgresor, su capacidad de romper tabúes, de hablar de lo que no se puede hablar. Los humoristas están siempre llevando las cosas al límite averiguando cuánto pueden mantenerse violando los códigos del habla de su momento. El humor es una válvula social de seguridad. Nos reímos precisamente porque los humoristas nos libran momentáneamente de las restricciones que nos impone la sociedad convencional. Aplaudimos a los humoristas porque dicen delante de una audiencia lo que, supuestamente, nadie tiene permitido decir en público. Así que, paradójicamente, cuanto más permisiva se ha vuelto la sociedad estadounidense, más difícil es escribir comedias. Al haberse eliminado las leyes censoras y haberse permitido a la gente decir y mostrar casi cualquier cosa en películas y televisión (sobre todo, usar material sexual antes tabú), los escritores de humor, como los creadores de Soth Park, Trey Parker y Matt Stone, deben haberse preguntado si queda algo para ofender a las audiencias.
El genio de Parker y Stone fue ver que actualmente se ha abierto una nueva frontera de la transgresión cómica debido al fenómeno conocido como corrección política. Nuestro tiempo puede haber tratado de dejar de lado la piedad convencional de generaciones anteriores, pero ha desarrollado nuevas piedades propias. Pueden no parecerse a las piedades tradicionales, pero se aplican de la misma manera antigua, con presión social y a veces incluso con sanciones legales castigando a gente que se atreve a violar los nuevo tabúes. Muchas de nuestras universidades tienen hoy códigos de lenguaje que buscan definir lo que puede decirse y lo que no en el campus y en particular prohibir cualquier cosa que pueda interpretarse como como humillante para alguien debido a su raza, religión, género, discapacidad y toda una serie de otras categorías protegidas. Puede que el sexo ya no sea un tabú en nuestra sociedad, pero el sexismo sí lo es ahora. Seinfeld (1989-1998) fue quizá la primera comedia televisiva que violaba sistemáticamente los nuevos tabúes de la corrección política. El  programa se burlaba constantemente de las sensibilidades contemporáneas acerca de asuntos como la orientación sexual, la identidad étnica, el feminismo y los discapacitados. Seinfelddemostró que ser políticamente incorrecto podía ser enormemente gracioso en el ámbito moral e intelectual actual y Soth Park siguió su línea.
El programa ha satirizado sin piedad todas las formas de corrección política: los delitos del odio, el adoctrinamiento para la tolerancia en las escuelas, el buenismo de todo tipo de Hollywood, el ecologismo y las campañas contra el tabaco, la Ley de Estadounidenses con Discapacidad, los Juegos Paralímpicos y la lista continúa. Es difícil elegir el momento más políticamente incorrecto en la historia de Soth Park, pero yo escogería el episodio de la quinta temporada “Pelea de lisiados” (#503). Retrata con detalles sangrientos lo que ocurre con dos chicos “distintamente capaces” llamados Timmy y Jimmy se preparan para una batalla violenta (e interminable) en las calles de South Park. La serie evidentemente disfruta con valor chocante de momentos como este. Pero aquí hay más que transgresión de los límites del buen gusto por la mera transgresión.

Una molestia en vuestras casas

Aquí es donde el libertarismo entra en escena en South Park. La serie critica la corrección política en nombre de la libertad. Por eso Parker y Stone pueden proclamarse satíricos de la igualdad de oportunidades: se ríen de las antiguas piedades igual que de las nuevas, ridiculizando tanto a la derecha como a la izquierda en la medida en que ambas buscan restringir la libertad. “Pelea de lisiados” es un excelente ejemplo del equilibrio y la imparcialidad de South Park y la forma en que ofenden a ambos extremos del espectro político. El episodio se ocupa, con el estilo típico de South Park, de una polémica contemporánea, que ha llegado incluso a los tribunales: si debería permitirse a los homosexuales liderar tropas de boy-scouts. El episodio se ríe de la gente anticuada en el pueblo que niega el mando de una tropa a Big Gay Al (un personaje recurrente cuyo nombre lo dice todo). Como hace frecuentemente con el grupo que satiriza, South Park, aunque haga un estereotipo homosexual, muestra simpatía por ellos y por su derecho a vivir como les parezca. Pero cuando el episodio parece estar sencillamente tomando el bando de los que condenan a los boy-scouts por homofobia, vira en una dirección inesperada. Respetando el principio de libertad de asociación, el propio Big Gay Al defiende el derecho de los boy-scouts a excluir a los homosexuales. Debería dejarse a una organización establecer sus propias reglas y el derecho no debería imponer a la sociedad nociones de corrección política a un grupo privado. El episodio muestra lo mejor de South Park, mirando un asunto complicado desde ambos lados y llegando a una resolución juiciosa del mismo. Y el principio por el que se resuelve es la libertad. Como muestra el episodio, Big Gay Al debería ser libre de ser homosexual, pero los boy-scouts también deberían ser libres como organización para dictar sus propias normas y excluirle de un puesto de mando si así lo desean.
Este libertarismo hace a South Park ofensivo para el políticamente correcto, pues, si se aplica coherentemente, desmantelaría todo el aparato de control del lenguaje y la manipulación del pensamiento que los buenistas han tratado de construir para proteger a sus minorías favoritas. Con su apoyo a la libertad en todas las áreas de la vida, el libertarismo desafía la categorización en términos del espectro político unidimensional habitual de derecha e izquierda. En oposición a la visión colectivista y anticapitalista de la izquierda, los libertarios rechazan la planificación centralizada y quieren que la gente sea libre de buscar su propio interés como les parezca. Pero frente a los conservadores, los libertarios se oponen también a la legislación social, generalmente están a favor de la legalización de las drogas y la abolición de todas las leyes de censura y antipornografía, Debido a tendencia en el discurso político estadounidense de mezclar libertarios con conservadores,  muchos de los que comentan acerca de South Park no consiguen ver que no critica indiscriminadamente todas las posiciones políticas, sino que realmente se coloca en una alternativa coherente tanto al progresismo como al conservadurismo  con su filosofía libertaria.
Parker y Stone se han identificado públicamente como libertarios y rechazan abiertamente tanto a progresistas como a conservadores. Parker ha dicho: “evitamos los extremismos, pero odiamos más a los progresistas que los conservadores y los odiamos”. Esta parece una evaluación apropiada de las inclinaciones de la serie. Aunque no sea amiga de la derecha, es más probable que South Park vaya contra las causas de la izquierda. En una entrevista en Reason, Matt Stone explicaba que Parker y él estaban políticamente a la izquierda cuando estaban en el instituto en la década de 1980, pero para mantener su postura como rebeldes encontraron que cuando fueron a la Universidad de Colorado en Boulder, y más aún cuando llegaron a Hollywood, tuvieron que cambiar de postura y atacar a la prevaleciente ortodoxia de la izquierda. Como dice Stone: “Llevaba Birkenstocks en el instituto. Era así. Y estaba seguro que esa gente del otro bando político [la derecha] estaba tratando de controlar mi vida. Y cuando fui a Boulder y me libre inmediatamente de mis Birkenstocks, porque todos los demás los llevaban y me di cuenta de que esa gente de ahí [a la izquierda] quería también controlar mi vida. Creo que eso define mi filosofía política. Si alguien me dice lo que debería hacer, tendréis que convencerme realmente de que merece la pena hacerlo”.

Defendiendo lo indefendible

El libertarismo de Parker y Stone les pone en oposición al establishment intelectual de los Estados Unidos contemporáneos. En el mundo académico, muchos de los medios de comunicación y buena parte del mundo del espectáculo (especialmente en la élite de Hollywood), prevalecen por lo general las opiniones anticapitalistas. Como vimos en el capítulo 5 sobre El aviador de Martin Scorsese, los estudios han demostrado que quienes se dedican a los negocios son retratados normalmente bajo un aspecto desfavorable en películas y televisión. South Park se deleita especialmente en ensartar a las estrellas de Hollywood que explotan su celebridad para llevar a cabo campañas progresistas o de izquierdas contra el funcionamiento del libre mercado (Barbra Streisand, Rob Reiner, Sally Struthers y George Clooney están entre las celebridades que ha ridiculizado la serie). La mayoría de las celebridades que aparecen en South Park están imitadas (“malamente”, como nos recuerdan los títulos iniciales), pero incluso por algunas que han elegido participar voluntariamente han sido atacadas. Por ejemplo, Clooney, que ayudó a que la serie saliera al principio al aire, fue reducido a ladrar a como el perro gay de Stan, Sparky, en el episodio de la primera temporada “MI perro es gay” (#104). Como Tim Burton, Parker y Ston parecen disfrutar rebajando a los iconos de Hollywood. Comparten el desdén de Burton de todas las élites que se colocan como superiores a lo estadounidenses normales. En una entrevista de 2004, Parker decía de Hollywood: “La gente del sector del espectáculo son en buena parte jodidos adictos a las drogas y perseguidores de putas. Pero siguen creyendo que son mejores que el tío en Wyoming que realmente ama a su mujer y se ocupa de sus hijos y es una persona buena, recta e íntegra. Hollywood ve a la gente normal como niños y piensa que son los listos lo que tienen de decir a los idiotas que hay por cómo hay que ser”. En la descripción de la mentalidad típica de Hollywood de Parker, podemos reconocer la actitud hacia el corazón de Estados Unidos que veíamos en adoptara a Gene Roddenberry en El pistolero de San Francisco. Stone coincide con Parker en criticar este elitismo condescendiente: “En Hollywood hay todo un sentimiento de que tienen que proteger a Estados Unidos de sí mismos. (…) Y por eso South Park es un gran golpe en el frente, porque no trata al televidente como un jodido retrasado”.
South Park es raro entre las series de televisión por su voluntad de alabar el libre mercado e incluso llegar a defender la que es evidentemente la institución más odiada de Hollywood, la gran empresa. Por ejemplo, en el episodio de la novena temporada “Matar Hippies, Matar” (#902), Cartman lucha contra las fuerzas contraculturales que invaden South Park y acusan sin pensar a las “grandes empresas” de todos los problemas de Estados Unidos. De todos los episodios de South Park, “Gnomos” (#217), de la segunda temporada, ofrece la defensa más completamente desarrollada del capitalismo y intentaré hacer una interpretación completa del mismo para demostrar lo genuinamente inteligente y razonada que puede ser la serie. “Gnomos” trata de una acusación habitual contra el libre mercado: que permite a las grandes empresas aplastar a los pequeños negocios, en perjuicio de los consumidores. En “Gnomos”, una cadena nacional de cafés llamada Harbucks (una referencia evidente a Starbucks) llega a South Park y trata de comprar el café local Tweek Bros. Mr. Tweek se considera el héroe de la historia, un David-pequeño negocio batallando contra un Goliat-gran empresa. El episodio satiriza la retórica anticapitalista barata en que esos conflictos normalmente se formulan actualmente en Estados Unidos, mostrando al pequeño negocio como algo completamente bueno y a la empresa gigantesca como completamente mala. “Gnomos” deconstruye sistemáticamente este oposición simplificadora.
La historia habitual es que se presente al operador del pequeño negocio como un servidor público, casi despreocupado por los beneficios, sencillamente un amigo de sus clientes, mientras que la gran empresa se presenta como avariciosa y despiadada, no haciendo nada por el consumidor. “Gnomos” muestra por el contrario que Mr. Tweek es tan egoísta como cualquier gran empresa y que es incluso más ladino al promoverse que Harbucks. El representante de Harbucks, John Postem, es directo y brusco, un hombre completamente encantador que piensa que puede declarar la verdad económica desnuda y salir con bien: “Eh, esto es un país capitalista, colega: acostúmbrate”. Lo irónico del episodio es que la supuestamente sofisticada gran empresa maneja incorrectamente las relaciones públicas, creyendo ingenuamente que la superioridad de su producto será bastante para asegurarse su triunfo en el mercado.
La acusación habitual contra las grandes empresas es que, con sus recursos financieros, son capaces de explotar el poder de la publicidad para echar del negocio a los rivales pequeños. Pero en “Gnomos”, Harbucks no puede con la astucia publicitaria de Mr. Tweek. Convierte inteligentemente su desventaja en ventaja, consiguiendo el eslogan perfecto: “Tweek ofrece un café más simple para una América más simple”. Explota así su posición de perdedor predicando entre sus clientes nostalgia por unos Estados Unidos más viejos y supuestamente más simples. El episodio constantemente se centra en el hecho de que Mr. Tweek es tan hábil en la publicidad como cualquier gran empresa. Sigue emitiendo anuncios para su café, acompañados por una guitarra suave y una prosa almibarada: su café “especial como un amanecer en Arizona o un enebro humedecido por el rocío”. Su hijo puede asombrarse por “las metáforas” (en realidad son comparaciones), pero Mr. Tweek sabe justo qué atraerá a sus clientes yupis y amantes de la naturaleza de Colorado.
Así que “Gnomos” elimina cualquier idea de que Mr. Tweek sea moralmente superior a la gran empresa contra la que está luchando; de hecho, el episodio sugiere que puede ser bastante peor. Superándose, como siempre hace, South Park revela que el propietario del café ha estado durante años proporcionando un exceso de cafeína a su hijo, Tweek (uno de los habituales en la serie) y es por tanto el responsable de su exceso de nervios. Además, cuando afronta la amenaza de Harbucks, Mr. Tweek busca simpatía declarando: “Puedo tener que cerrar y vender como esclavo a mi hijo Tweek”. Parece como si su avaricia excediera la de Harbucks. Pero lo peor de Mr. Tweek es que no se contenta con utilizar su hábil publicidad para competir con Harbucks en un mercado libre. También va políticamente contra Harbucks, tratando de poner al gobierno de su lado e impedir que la cadena nacional llegue a South Park. “Gnomos” retrata así la compaña contra las grandes empresas como episodio lamentable más en la larga historia de empresas buscando proteccionismo económico: el tipo de alianza-empresa-gobierno que criticaba Adam Smith en La riqueza de las naciones. Lejos del retrato marxista habitual del poder de monopolio como resultado inevitable de la libre competencia,South Park muestra cómo se produce solo cuando una empresa consigue que el gobierno intervenga a su favor y restrinja la libre entrada en el mercado. Es la misma historia que vimos entre Pan Am y TWA en El aviador. Como en la película de Scorsese, South Park no se pone sencillamente del lado de las grandes empresas. Más bien distingue entre esos negocios que explotan las conexiones con el gobierno para impedir la competencia y los que tienen éxito compitiendo honradamente en el mercado.

El pueblo de South Park contra Harbucks

Mr. Tweek tiene oportunidad de poner a la opinión pública de su lado cuando descubre que han encargado a su hijo y los demás chicos que escriban un reportaje con un acontecimiento actual. Ofreciéndose a hacer el trabajo a los chicos, los embauca sobre un tema para su propio interés: “de cómo las grandes empresas aplastan a los pequeños negocios familiares” o, más enfáticamente, “de cómo la maquinaria de la gran empresa está arruinando Estados Unidos”. Kyle apenas pueda pronunciar las palabras polisílabas cuando lee en clase el reportaje: “Mientras el voluminoso autómata de las corporaciones utiliza el buldócer para abrirse camino…” este lenguaje evidentemente parodia la oratoria exagerada y pomposa de la izquierda contemporánea. Pero el reportaje es un gran éxito entre los cargos públicos locales y enseguida, para alegría de Mr. Tweek, el alcalde patrocina la Proposición 10, una ordenanza que expulsará a Harbucks de South Park.
En la consiguiente polémica sobre la Prop 10, “Gnomos” retrata la forma en que los medios se inclinan contra el capitalismo la forma en que se manipula al público hacia actitudes contra los negocios. En un debate televisivo, se pone a los chicos a argumentar a favor de la Prop 10 y al hombre de Harbucks en contra. Las presentación se sesga desde el principio, cuando el presentador anuncia: “a mi ziquierda, cino cinco chicos inocentes e idealistas de la América media” y “a mi derecha, un tipo grande, gordo, apestoso de una gran empresa de Nueva York”. Postem trata de dar una argumentación racional, basada en principios: “Este país se basa en la libre empresa”. Pero los chicos ganan el debate con un argumento algo menos convincente, al proclamar Cartman sabiamente: “Este tipo apesta”. El anuncio de la televisión a favor de la Prop 10 no es menos fraudulento que el debate. De nuevo “Gnomos” apunta que la publicidad contra la gran empresa puede ser tan hábil como a favor de la gran empresa. En particular, el episodio muestra que la gente está dispuesta a llegar hasta donde sea en su ataque contra las grandes empresas, explotando a niños para tocar la fibra sensible de su audiencia. En una maravillosa parodia de un anuncio político, los chicos desfilan en un escenario patriótico que muestra la bandera estadounidense, mientras suena suavemente el “Himno de Batalla de la República” en el fondo. Entretanto, el locutor entona solemnemente. “La Prop 10 es para los niños. Vota sí a la Prop 10 o si no es que odias a los niños”. El anuncio esta “pagado por Ciudadanos para una Forma Justa e Igual de Hacer que Harbucks se Vaya del Pueblo para Siempre”. A South Park le encanta exponer la falta de lógica de los defensores del progresismo y la izquierda y la campaña anti-Harbucks esta llena de un non sequitur tras otro. Acudiendo al último de los recursos progresistas, una mujer reta al representante de Harbucks con la pregunta: “¿Cuántos americanos nativos asesinasteis para hacer ese café?”
La Prop 10 parecía encaminarse a una fácil victoria en las urnas hasta que los chicos encuentran unos gnomos amistosos, que les dan un curso intensivo sobre grandes empresas. En el último minuto, una de las escenas finales con mensajes más didácticas de South Park, los chicos anuncian a la confundida gente del pueblo que han cambiado de opinión sobre la Prop 10. Con espíritu libertario, Kyle proclama algo que raramente se escucha en televisión, fuera del informe de John Stossel: “Las grandes empresas son buenas. Porque sin las grandes empresas no tendríamos cosas como coches y computadoras y sopa enlatada”. Y Stan defiende a los temidos Harbucks: “Incluso Harbucks empezó como un negocio pequeño. Pero como hacía un café tan bueno y como dirigieron tan bien su negocio, consiguieron crecer hasta que se convirtieron en la potencia empresarial que son hoy. Y por eso todos deberíamos dejara que Harbucks se quede”.
En este punto, la gente del pueblo hace algo notable: dejan de escuchar toda la palabrería política y prueban realmente por sí mismos los cafés rivales. Y descubren que Mrs. Tweek (que ha estado disgustada por las maliciosas tácticas de su marido) está diciendo la verdad cuando dice: “ Harbucks llegó a donde está por ser el mejor”. Como observa un hombre del pueblo: “No tiene ese gusto soso a aguas residuales que tiene el café de Tweek”. “Gnomos” acaba sugiriendo que es justo que la batalla empresarial se libre fuera y no dentro de la arena política, sino en el mercado y que dejemos que gane el mejor producto. Postem ofrece a Mr. Tweek el trabajo de dirigir la franquicia local  de Harbucks y todos son felices. La política es un juego de suma cero, el ganador se lo lleva todo, en el que una empresa gana solo utilizando el poder del gobierno para eliminar a un rival, pero en los intercambios voluntarios que hace posible un mercado libre, todas las partes se benefician de la transacción. Harbucks consigue un beneficio y Mr. Tweek puede continuar ganándose la vida sin vender como esclavo a su hijo. Sobre todo, la gente de South Park disfruta de un mejor café. Al contrario que la propaganda contra la gran empresa que normalmente viene de Hollywood, South Park argumenta que, en ausencia de intervención pública, las grandes empresas prosperan sirviendo al público, no explotándolo. Como apunta Ludwig von Mises: “El sistema del beneficio hace próspera a la gente que ha tenido éxito en satisfacer los deseos de la gente de la forma mejor y más barata. La riqueza solo puede conseguirse sirviendo a los consumidores. Los capitalistas pierden su dinero tan pronto como no invierten en aquellas líneas en las que se satisfacen mejor las demandas del público. En un plebiscito repetido diariamente, en el que cada penique da un derecho de voto, los consumidores determinan quién debería poseer y dirigir las fábricas, las tiendas y las granjas”.

El gran misterio del gnomo, resuelto

¿Qué pasa con los gnomos, que, después e todo, dan su título al episodio? Nunca pude entender cómo la subtrama en “gnomos” se relaciona con la trama principal hasta que di clase en un instituto de verano y mi colega Michael Valdez Moses hizo un descubrimiento que nos permitió aunar todo el episodio. En la subtrama, Tweek se queja ante todo el que quiera oírle de que todas las noches a las 3 de la madrugada hay gnomos que entran en su dormitorio y le roban sus calzoncillos. Ningún otro puede ver que pase este notable fenómeno, ni siquiera cuando los demás chicos se quedan despiertos con Tweek para observarlo, ni siquiera cuando los envalentonados gnomos empiezan a robar calzoncillos a la luz del día en la oficina del alcalde. Sabemos dos cosas acerca de estos extraños seres: (1) son gnomos; (2) normalmente son invisibles. Ambos hechos apuntan hacia el capitalismo. Como en la expresión “gnomos de Zúrich”, que se refiere a los banqueros, los gnomos se asocian a menudo con el mundo de las finanzas. En la primera ópera del ciclo del anillo de Wagner, El oro del Rin, el gnomo Alberich sirve como símbolo del explotador capitalista y forja la Tarnhelm, un casco de invisibilidad. La idea de invisibilidad lleva a la mente la famosa idea de Adam Smith de la “mano invisible” que guía el mercado libre.
En resumen, los gnomos de los calzoncillos son una imagen del capitalismo y la forma en que normalmente (y erróneamente) lo reflejan sus oponentes. Los gnomos representan la actividad empresarial ordinaria que se está haciendo siempre a la vista de todos, pero que la gente no advierte y no consigue entender. Los ciudadanos de South Park no son conscientes de que la incesante actividad de las grandes empresas como Harbucks es necesaria para proporcionarle todos los bienes de los que disfrutan en sus vidas diarias. Dan por sentado que las estanterías de sus supermercados siempre estarán llenas de una variedad de bienes y nunca ven a todos los empresarios capitalistas que hacen posible esa abundancia.
Lo que es peor, los ciudadanos normales interpretan equivocadamente al capitalismo como robo. Se centran solo en lo que la gente de negocios toma de ellos (su dinero) y olvidan todo lo que obtienen a cambio, todos los bienes y servicios. Sobre todo, la gente no entiende los hechos básicos de la economía y no tienen ni idea de por qué los que están en los negocios merecen los beneficios que ganan. La empresa es un completo misterio para ellos. Parece ser cosa de gnomos que se muevan en las sombras y acumulan pícaramente montones de bienes sin ninguna finalidad aparente. Friedrich Hayek apuntaba esta tendencia antigua de interpretar erróneamente las actividades empresariales normales como siniestras:
Esa desconfianza y temor ha (…) llevado a la gente normal (…) a considerar el comercio (…) como sospechoso, inferior, poco honrado y despreciable. (…) Actividades que parecen aumentar “de la nada” la riqueza existente sin creación física y sencillamente reordenando lo que ya existe, huelen a magia. (…) El que un mero cambio de manos deba llevar a ganar en valor a todos los participantes, que no necesita significar ganancias para uno a costa de otros (o lo que se ha llegado a llamar explotación), fue y es sin embargo intuitivamente difícil de entender. (…) Mucha gente continúa encontrando fáciles de subestimar los hitos mentales asociados con el comercio, incluso cuando no los atribuyen a la magia, o los encuentra dependientes del truco o el fraude o en engaño artero.
Ni siquiera los gnomos entienden lo que están haciendo. Tal vez South Park esté sugiriendo que el problema real es que a la propia gente en los negocios le falta el conocimiento económico que necesitarían para explicar su actividad al público y justificar sus beneficios. Cuando los chicos piden a los gnomos que les cuenten acerca de sus empresas, todo lo que pueden ofrecer es esta enigmático diagrama de etapas de su negocio:
Fase 1Fase 2Fase 3
Recoger calzoncillos?Beneficio
Esta tabla resume el conocimiento económico del público estadounidense. No puede ver ninguna relación entre las actividades que realizan los empresarios y los beneficios que obtienen. En qué contribuyen realmente a la economía los que tienen negocios, es el gran interrogante para ellos. El hecho de que los empresarios se vena remunerados por asumir riesgos, previendo correctamente la demanda del consumidor y financiando, organizando y gestionando eficazmente la producción es algo que olvida la mayoría de la gente. Más bien se quejaría acerca de los obscenos beneficios de las grandes empresas y condenaría su poder en el mercado.
El pasaje de la “mano invisible” de La riqueza de las naciones de Smith se lee como una glosa del episodio “Gnomos” de South Park:
Por tanto, como cada individuo intenta todo que puede tanto para emplear su capital en el apoyo de la industria interior como para dirigir esa industria cuyo producto pueda ser del máximo valor, todo individuo trabaja necesariamente para hacer el ingreso de la sociedad tan grande como pueda. De hecho, puede genuinamente no intentar promover el interés público ni saber en cuánto lo promueve. Al preferir apoyar esa industria interior a la exterior, solo busca su propia seguridad y al dirigir esa industria de esa manera en que su producto pueda ser del máximo valor, busca solo su propia ganancia y, en este comoen otros muchos casos, es guiado por una mano invisible para promover un fin que no era parte de su intención. Tampoco es siempre lo peor para la sociedad lo que era parte de ella. Al buscar su propio interés, promueve frecuentemente esa parte de la sociedad más eficazmente que cuando realmente pretende promoverla. Nunca he sabido de nada bueno realizado por aquellos que intervienen en el comercio por el bien público.
“Gnomos” sirve de ejemplo de esta idea de la “mano invisible”. La economía no necesita estar guiada por la muy visible y dura mano de la regulación pública para servir al interés público. Sin ninguna planificación centralizada, el libre mercado produce un orden económico próspero. La libre interacción de productores y consumidores y la constante interacción de oferta y demanda funcionan de manera que la gente por lo general tiene acceso a los bienes que desea. Como Adam Smith, Parker y Stone son profundamente sospechosos para quien hable del bien público y condene la búsqueda privada de beneficio. Como vemos en el caso de Mr. Tweek, esa gente es generalmente hipócrita, buscando su propio interés bajo el disfraz de la defensa del interés público. Y los malvados gnomos del mundo, las grandes empresas, aunque busquen abiertamente su propio beneficio, acaban sirviendo al interés público proporcionando los bienes y servicios que quiere realmente la gente.

El monstruo de Wal-Mart

La divulgación por Internet de una versión anterior de este capítulo produjo la ira de la intelectualidad anticorporativa contra mí. Fui acusado de vender mi alma por un doble latte. Para que conste, ni siquiera bebo café. Ya había advertido que, siempre que diserto sobre South Park en universidades, nada enfurece más a mis audiencias que mi explicación de “Gnomos”, con su defensa implícita de Starbucks. Me desconcierta algo la forma en que provoca tanta indignación este episodio concreto, pero creo que tiene algo que ver con la posición defensiva de las élites intelectuales cuando afrontan su propio elitismo. Lo que muchos intelectuales sostienen contra el capitalismo es precisamente el hecho de que ha hecho disponibles para las masas lujos antes reservados a las élites culturales, incluyendo sus amados capuccinos de moka. Desde los tiempos de Marx, la izquierda ha argumentado de forma no convincente durante aproximadamente un siglo que el capitalismo empobrece a las masas. Pero el éxito económico general del capitalismo obligó a la izquierda a cambiar de tono y a acusar a los mercados libres de producir demasiados bienes, abrumando a los consumidores con una mareante variedad de alternativas que los convierten en materialistas y empobrecen así sus almas en lugar de sus cuerpos. Parker y Stone hacen habitualmente un maravilloso trabajo exponiendo el carácter puritano de la izquierda contemporánea. No quiere que la gente se divierta de cualquier maner, ya sea riéndose con chistes étnicos o permitiéndose comida rápida. En una entrevista, Stone ataca a Rob Reiner por este puritanismo moderno: “Rob Reiner parece un asesino del humor. Simplemente quiere matar la diversión de la gente. Apoyó una proposición en California que aumentaba los impuestos a los cigarrillos. Es como, mierda, ¡deja de matar  la diversión de todos, Rob Reiner! Hay una desconexión. Es como, tío, no todos viven en el jodido Malibú y no todos tienen un yate. Y a alguna gente le gusta tener un puto cigarrillo, tío. Déjalos. Sé que piensas que estás haciendo el bien, pero relájate”.
Habiendo tenido la audacia de defender a Starbucks, en su octava temporada, South Park siguió defendiendo la causa de Wal-Mart, utilizando un nombre aún menos oculto en un episodio llamado “Algo de Wall-Mart se aproxima” (#809). El episodio muestra brillantemente la forma de una mala película de terror. El siniestro poder de un hipermercado similar a Wal-Mart se apodera del pueblo de South Park entre sombras que se alargan, nubes que se oscurecen y terribles relámpagos. Wall Mart ejerce “alguna fuerza mística malvada” sobre la gente del pueblo. Por mucho que lo intentan, no pueden resistir sus ofertas de precios. Igual que en “Gnomos”, un comerciante local empieza a quejarse por su incapacidad de competir con una cadena nacional de tiendas. Remedando simpatía, Cartman toca una almibarada música de violín para acompañar esta queja. Cuando Kyle destroza indignado su violín, Cartman responde sencillamente: “Puedo ir y conseguir otro en Wall Mart: solo vale cinco pavos”.
Se desarrolla en el pueblo una extendida oposición pública al Wall Mart y se han esfuerzos por boicotear la tienda, prohibirla e incluso quemarla (esto último con la inspiradora presión del “Kumbayá”). Pero como todo monstruo bueno, el malvado Wall Mart sigue volviendo a la vida y la gente del pueblo se ve irresistiblemente atraída por sus repletas estanterías a todas horas (“¿Dónde voy a encontrar un taco de servilletas a las 9:30 de la noche?”). Todos estos tópicos de las películas de terror son una forma de reírse de cómo se demoniza a Wal-Mart por parte de los intelectuales en nuestra sociedad. Estos críticos presentan a la cadena nacional como algún tipo de poder externo, independiente de los seres humanos, que de alguna forma se las arregla para imponérseles contra su voluntad: un monstruo corporativo. A veces la gente del pueblo habla como si sencillamente no tuvieran otra alternativa al ir al hipermercado, pero otras revelan lo que realmente les atrae: precios más bajos que les permiten estirar sus rentas y disfrutar más de las cosas buenas de la vida. Para ser justos, el episodio sí destaca en varios momentos lo absurdo de comprar a lo grande para conseguir una rebaja: por ejemplo, acabando con suficientes fideos ramen “para que duren mil inviernos”.
En la gran tradición de las películas de terror, los chicos finalmente consiguen llegar al corazón del Wall Mart y destruirlo. Entretanto, el padre de Stan Marsh, Randy, ha empezado a trabajar para el Wall Mart  para conseguir el descuento del 10% para empleados, pero sin embargo trata de ayudar a los chicos a llegar a su objetivo. Al irse acercando, Randy nota con creciente horror: “El Wall Mart está rebajando sus precios para tratar de detenernos”. Abandona a los chicos cuando ve un destornillador rebajado por debajo de su mejor sueño. Grita: “Esta oferta es demasiado grande para mí” y corre a una caja a comprarlo. Cuando los chicos llegan por fin al corazón del Wall Mart, resulta ser un espejo en el que se ven a sí mismos. En uno de los momentos didácticos típicos del programa, el espíritu del hipermercado dice a los chicos: “Este es el corazón de Wall Mart: vosotros, vosotros los consumidores. Tomo muchas formas (Wal-Mart, K-Mart, Target) pero soy un solo ente: el deseo”. De nuevo South Park proclama la soberanía del consumidor en una economía de mercado. Si la gente sigue acudiendo en masa a un hipermercado, debe estar haciendo algo bien y satisfaciendo sus deseos. Randy dice a la gente del pueblo: “El Wall Mart somos nosotros. Si nos gusta más el encanto de nuestro pequeño pueblo que el acoso de las grandes empresas, todos tenemos que estar dispuestos a pagar un poco más”. Esta es la solución del mercado libre al problema del hipermercado: ningún gobierno tiene que intervenir. La gente del pueblo por tanto se va a una tienda local llamada Jim’s Drugs y empieza a comprar allí. La tienda tiene tanto éxito que empieza a crecer y acaba convirtiéndose en (lo habéis adivinado) un hipermercado igual que Wall Mart. South Park  no tiene ningún problema con las grandes empresas cuando se hacen grandes agradando a sus clientes.

Trabajando para el hombre

Parker y Stone reconocen que ellos mismos trabajan para una gran empresa, el canal de cable Comedy Central, que es propiedad de un gigante de los medios, Viacom. En la entrevista en Reason, Stone dice: “La gente pregunta: ‘¿Cómo es trabajar para un gran grupo multinacional?’ Digo algo así como ‘Está bastante bien ¿sabes? Podemos decir lo que queramos. No está mal. Quiero decir, hay cosas peores’”. Los intelectuales antiempresa discutirían esa declaración y apuntarían a varias ocasiones en las que Comedy Central eliminó la emisión de South Park o interferido de alguna manera en la serie en respuesta a diversos grupos e presión, incluyendo a la propia Viacom. El más conocido de estos incidentes fue el intento de Parker y Stone de ver si podían presentar una imagen de Mahoma en televisión. Estaban profundamente preocupados por lo que había ocurrido en 2005 en Dinamarca y todo el mundo cuando el periódico Jyllands-Posten publicó caricaturas de Mahoma. Las amenazas y los actos de violencia de los musulmanes convirtieron el acontecimiento en un incidente internacional. Como defensores radicales de la libertad de expresión, Parker y Stone  intentaron establecer el principio de que los estadounidenses podían (satirizando) mostrar cualquier imagen que quisieran en televisión. Por desgracia, Comedy Central rechazó emitir las muy inocentes imágenes de Mahoma que habían querido mostrar Parker y Stone, a pesar de que la cadena en otros casos no tuvo ningún problema mostrando imágenes muy satíricas que hicieron sobre otras figuras religiosas, como Jesús, Buda y Joseph Smith. Este incidente probablemente represente el punto más bajo de las relaciones de Parker y Stone con Comedy Central y sin duda les dejó amargos sentimientos acerca de sus jefes.
Pero a pesar de este tipo de interferencia, el hecho es que Comedy Central financiara la producción de South Park desde el inicio y lo hiciera así posible para empezar. Como Tim Burton, Parker habla con gratitud del apoyo financiero que Stone y él han recibido del mundo corporativo, con especial referencia a su película Team America: La policía del mundo (2004): “En definitiva, nos dieron 40 millones de dólares para una película de marionetas”. Con los años, Comedy Central han concedido a Parker y Stone una libertad creativa sin precedentes para crear una nueva serie de televisión, no porque los ejecutivos de la empresa sean partidarios de la libertad de expresión y de sátira mordaz, sino porque ha creado un nicho de mercado y ha sido rentable. Actuando en su propio interés, no por espíritu público, estos ejecutivos sin embargo  han avanzado en la causa de la televisión innovadora.South Park no solo defiende simplemente el mercado libre en sus episodios, es ella misma una prueba viviente de cómo pueden funcionar los mercados para crear algo de valor artístico y, durante el proceso, beneficiar tanto a productores como a consumidores.
South Park  es un maravilloso ejemplo de la vitalidad e impredecibilidad de la cultura popular estadounidense. ¿Quién podría haber imaginado que a una serie como esa se le permitiría salir al aire o se convertiría en tan popular o durar tanto o habría tenido tanto impacto en la cultura popular estadounidense? Hoy veo un episodio como “El campamento muerto de la tolerancia” (#614) y me pregunto cómo se las arregló para aparecer en el mundo de la televisión comercial. La libertad imaginativa de la serie se debe, ante todo, a la creatividad de Parker y Stone. Pero uno debe asimismo atribuirla al sistema comercial que dio lugar a South Park. A pesar de todas las tendencias hacia el conformismo y la mediocridad en la  cultura popular estadounidense, la diversidad y competitividad de sus resultados permite a veces que florezca la creatividad, y en los lugares más inesperados.

Traducido del inglés por Mariano Bas Uribe. El artículo original se encuentra aquí.
 

miércoles, 9 de enero de 2013

¡Vulgar golpe de estado!


¡Vulgar golpe de estado!

El periodo presidencial de la republica bolivariana de Venezuela es de 6 años, en ninguna parte de la constitución aparece que el periodo sea “PRORROGABLE”, el hecho de que ocurriera una reelección del presidente en ejercicio no significa que deba ser omitido ningún acto solemne, además que el acto en si concluye el acto electoral, es decir, en ese momento cuando el electo presta juramento, es cuando se cumple la voluntad popular de ungir con poderes a un ciudadano para que cumpla las promesas de campaña y dirija los destinos de la nación por 6 años mas.
Ninguna ley puede ser llamada simple formalismo, y menos aun la máxima de todas las leyes, la constitución de la república  Todo tiene un propósito, el irrespetar lo establecido en los artículos constitucionales cualquiera que fuere, es una ruptura en la constitución es decir en la ley, dicho en castellano: ¡un vulgar golpe de estado!
En el pasado reciente he venido denunciando muchas arbitrariedades establecidas en esta constitución del 99, mas sin embargo respetando su normativa jurídica he propuesto mecanismos para su reforma o sustitución, pero jamás aun cuando no estoy de acuerdo con ella, he propuesto cosa semejante como un golpe de estado. Por el contrario son aquellos quienes se rasgan vestiduras defendiéndola y proyectándola como la mejor del mundo, los que hoy la irrespetan a su conveniencia.
Son ofendidos todos los venezolanos, mas aun los que votaron por Hugo Chavez, los que hoy ejercen efectivamente el poder, utilizan métodos de propaganda e ideologización con el propósito de manipular con el falso argumento de que ellos representan la voluntad de chavez. No muestran partes médicos serios, firmas, o cualquier tipo de prueba que demuestre fe de vida del moribundo dictador. Habrá que ver hasta cuando los chaviztas se comerán tal falacia.
Vivo o muerto, si el 10 de enero no viene a tomar posesión de su cargo, se entenderá como nulo el acto electoral, pues “la voluntad popular”  quería a Hugo Chavez en el poder no a sus compinches golpistas, por tanto debe ser convocada nuevamente a las urnas y que decidan a quien quieren ungir a falta del que fuere electo y no se presento, y este nuevo electo deberá ser juramentado para así concluir el acto electoral y respetar “la voluntad popular”
En consecuencia con lo anterior, guste o no, la constitución establece que deberá asumir Diosdado cabello en su condición de presidente de la asamblea nacional quien deberá convocar a nuevo acto electoral en un periodo máximo de 30 días, cualquier otro tipo de medida es contraria a la constitución.
Si gustan, chavez podría ser nuevamente su candidato de regresar a Venezuela y demostrar plenas condiciones de salud, ninguna ley se lo impide, lo que si impiden las leyes es lo que ha venido ocurriendo desde el día de ayer, la decisión de la Asamblea Nacional y del TSJ que rompe con la constitución y propinan ¡un vulgar golpe de estado!

lunes, 7 de enero de 2013

Epílogo a la edición de 2006 DEL BUEN SALVAJE AL BUEN REVOLUCIONARIO


APENDICE
Epílogo a la edición de 2006
Un libro que es también una bandera
Carlos Alberto Montaner

Hace casi treinta años, en 1976, apareció la primera
edición de Del buen salvaje al buen revolucionario,
escrito por Carlos Rangel, entonces un autor poco
conocido fuera de las fronteras venezolanas. Recuerdo
que recibí uno de los primeros ejemplares en mi
despacho de Madrid, enviado por su esposa Sofía Imber,
una extraordinaria mujer de quien tenía muy buenas
referencias transmitidas por ciertos amigos comunes
radicados en Caracas, quienes la admiraban y calificaban,
justamente, como “una auténtica fuerza de la naturaleza”.
Confieso que abrí el libro temiendo recibir una de las
típicas monsergas ideológicas de la izquierda
antidemocrática. De alguna manera, el equívoco título
prometía otro ataque al brutal imperialismo yanqui, al
colonialismo implacable, a las voraces multinacionales y
a la engañosa democracia formal. Esos eran el lenguaje,
los adjetivos y el enfoque al uso en esos tiempos post
Vietnam, en los que la URSS parecía ser el destino
glorioso e inevitable del planeta, y en los que Fidel
Castro y la revolución cubana se habían convertido en la
referencia venerada de la izquierda continental
latinoamericana. Sencillamente, en aquella época los
comunistas y sus aliados estaban venciendo en la Guerra
fría declarada en el mundo tras la derrota de nazis y
fascistas en 1945.

Maravillosa confusión. En la medida en que iba
leyendo se me iluminaba la mirada por la alegre sorpresa.
Desde el brillante prólogo de Jean-Francois Revel
resultaba evidente que estaba frente a un texto muy bien
escrito, dirigido contra la perniciosa tradición victimista
latinoamericana. Rangel denunciaba la falsedad esencial
de la teoría de la dependencia -algo que años más tarde
humildemente aceptaría Fernando Henrique Cardoso,
uno de sus más fervientes apóstoles, cuando dejó de ser
un sociólogo marxista para convertirse en el presidente
serio y moderado de Brasil-, colocaba la responsabilidad
de nuestros fracasos relativos sobre nosotros mismos,
revelaba las contradicciones doctrinales de los seguidores
de Marx, renunciaba a la versión infantil de una historia
de buenos y malos, y se atrevía a defender
apasionadamente los modos de vida occidentales,
incluidas la democracia y la economía de mercado que
habían transformado a ciertas naciones en los rincones
más ricos del planeta, criticando sin ambages la barbarie
totalitaria de izquierda, sin ignorar, por supuesto, al
autoritarismo de derecha, que también le repugnaba al
ensayista venezolano.
Tras la apresurada lectura del libro -apresurada por el
entusiasmo- le escribí a Rangel una carta llena de elogios
y le pedí permiso para incluir como pórtico a un libro
mío a propósito de los dos siglos de la fundación de
Estados Unidos, que estaba a punto de salir en Madrid,
200 años de gringos, una frase que me pareció
especialmente provocadora y audaz: “¿Y quién puede
dudar -decía Rangel- que de no haber existido esta
potencia democrática, guardián del Hemisferio (en su
propio interés, pero ése es otro problema) Latinoamérica
hubiera sido víctima en el siglo XIX del colonialismo

europeo que conocieron Asia y África; y más tarde, en
nuestro propio tiempo, de los imperialismos todavía
peores que ha conocido el siglo XX? Pero nada de esto se
toma en consideración a la hora de formular las hipótesis
de moda sobre las causas del atraso latinoamericano (y
del avance norteamericano), sino que se afirma sin
matices y sin contradicción que la influencia política,
económica y cultural norteamericana ha causado nuestro
subdesarrollo.”
Naturalmente, Rangel me respondió con un alegre
telegrama que selló para siempre nuestra amistad, me
autorizó a citar su texto, y poco tiempo más tarde me
pidió que presentara -“bautizara”, dicen los venezolanos 
la obra en Madrid, tarea que llevé a cabo con un inmenso
placer, entre otras razones, porque en España, tras la
entonces reciente muerte de Franco, estábamos en medio
de la transición a la democracia, y la confusión en torno a
la realidad latinoamericana era casi absoluta. Aunque una
buena parte de los españoles había abandonado la
mentalidad tercermundista, seguían vigentes los peores
estereotipos y prejuicios políticos sobre esa región del
mundo, y la obra de Rangel en alguna medida
contribuiría a aclarar el panorama.
A tres décadas de esa fecha, la pregunta inevitable es
por qué Venezuela, el país en el que toda la clase
dirigente leyó o tuvo noticia de la obra de Rangel, cayó
voluntariamente (por lo menos en sus inicios) en las
redes del chavismo, quintaesencia del tercermundismo
denunciado en este libro. Y la respuesta apunta a varias
razones: lamentablemente, el ensayo fue percibido como
una argumentación ideológica sin conexión con la
realidad nacional. Muy poca gente lo vio como algo que

también era: una severa advertencia contra el
aventurerismo político de la izquierda colectivista
antioccidental. En aquella Venezuela saudita de
mediados de los setenta, cuando el país crecía
exponencialmente, convirtiéndose en la meta y el sueño
no sólo de media América Latina, sino también de
bastantes españoles, italianos y portugueses, casi nadie se
daba cuenta de que una sociedad que mayoritariamente
abriga ideas equivocadas o juicios absurdos, acaba por
cometer serios errores. Como suelen decir los gringos: “si
uno no sabe adónde va, acaba por llegar al lugar
equivocado”.
Los venezolanos, como el resto de América Latina, sin
excluir a casi toda la clase dirigente incardinada en las
dos grandes formaciones políticas del país, tenían una
visión populista del poder y de la sociedad. Suponían que
la función del gobierno era planificar y mandar, no
obedecer las leyes y las instituciones. Pensaban que el
objetivo de gobernar era distribuir la riqueza existente,
sin potenciar las condiciones para que la sociedad creara
riquezas. Fomentaban la dependencia y no la
responsabilidad individual. Cultivaban el clientelismo
político de una ciudadanía que esperaba dádivas y
privilegios del partido de gobierno, ratificándole a la
muchedumbre, desde todas las tribunas, cátedras, y en no
pocos medios de comunicación, un mensaje en el que se
le aseguraba que era víctima del maligno despojo de unos
bienes que supuestamente le pertenecían por derecho
propio, y de los que era inicuamente privada, sensación
que se resumía en un curioso vocablo: a los pobres se les
comenzó a llamar “desposeídos”. Alguien -la burguesía,
el capitalismo, las clases medias, “los americanos”-
aparentemente le había quitado lo que era suyo a la gran
mayoría de los venezolanos sin recursos.
En esa enrarecida atmósfera ideológica, cuando por un
periodo prolongado cayó el precio del petróleo, a lo que
se sumó la pésima gestión de un sector público
legendariamente ineficiente, una parte sustancial de la
población se sintió frustrada y estafada por la etapa
democrática surgida tras la caída de Marcos Pérez
Jiménez en 1958. Muy poca gente se detuvo a pensar
que, con todos sus defectos y lacras, aquella criticada
Venezuela, víctima de la corrupción, la improvisación y
la mala gestión pública, sin embargo exhibía la historia
más larga de paz, prosperidad y desarrollo que había
conocido el país desde el establecimiento de la república.
No hay duda de que era una nación que padecía ciertos
problemas, pero no había uno solo que no se hubiera
podido subsanar dentro de las normas democráticas y la
racionalidad política.
Fue entonces cuando de una forma borrosa comenzó a
desintegrarse el consenso llamado puntofijismo. Fue en
esa época cuando la ciudadanía, de manera creciente (e
incosciente), empezó a soñar con la solución
revolucionaria. ¿Qué era eso? Era confiar en la
inveterada superstición de que un caudillo lleno de
buenas intenciones, rodeado de arcangélicos y dedicados
compañeros de lucha, ajenos a las corrompidas cúpulas
políticas convencionales, llegarían al poder para corregir
los yerros, castigar a los culpables y traer la riqueza y la
felicidad colectivas. De ahí que en 1992, cuando el
teniente coronel Hugo Chávez y otros militares golpistas
intentan derrocar por la fuerza al presidente Carlos Andrés Pérez
 y dejan tendidos en las calles a varios centenares de muertos, 
la reacción popular, en lugar de ser de indignación, es de complaciente aquiescencia:
según las encuestas de la época, el 65 por ciento de los
venezolanos dijo simpatizar con el cuartelazo. El mensaje
era transparente: en ese punto de la historia, un número
importante de los venezolanos ignoraba que la esencia de
la democracia y del Estado de Derecho no es el periódico
rito electoral, sino el humilde acatamiento a la ley,
incluso cuando nos sentimos profundamente
insatisfechos con la labor del gobierno.
El suicidio de Carlos Rangel en 1988 fue un duro golpe
no sólo para Sofía, su familia y sus amigos, sino para el
pensamiento latinoamericano y para todos los
venezolanos. Recuerdo, cuando fue derribado el Muro de
Berlín, sólo un año más tarde, que no pude evitar pensar
cuánto habría disfrutado Carlos la desaparición del
comunismo en Europa y el total descrédito del marxismo:
la historia había confirmado sus mejores razonamientos e
intuiciones. Sin embargo, estoy seguro de que habría
sufrido terriblemente a partir de la década de los noventa,
cuando Venezuela se colocó en un peligroso plano
inclinado y comenzó una deriva irresponsable hacia el
abismo.
En todo caso, la actual reedición de Del buen salvaje al
buen revolucionario es hoy un buen punto de partida para
iniciar un examen profundo de las razones que
condujeron a Venezuela al lamentable estado en que se
encuentra, y para buscar fórmulas que contribuyan a
rescatar al país de la creciente opresión que sufre,
precisamente por la imposición de las ideas que fueron
minuciosamente demolidas por Rangel. Cuando casi nadie 
se atrevía a defender la responsabilidad individual
y los valores occidentales, Carlos Rangel tuvo la valentía
de escribir esta obra señera. Ayer éste fue un libro muy
importante. Hoy debe servirles de bandera a los
venezolanos que no se resignan a perder las libertades.

Enero 8, 2006