Introducción:
Hace 101 años estalló en Europa la primera guerra mundial, producto del sistema mercantilista, conflicto macabro que desató el comportamiento humano más mortífero hasta ese entonces. Cuando se habla de la primera guerra mundial, lo primero que se planta, en nuestras mentes son las imágenes de las trincheras y los soldados con máscaras antigás, símbolos de aquel dolor vivido por cientos de miles de jóvenes, en aquella Europa convertida en campos del infierno. Las secuelas de aquella guerra dejaron marcado el espíritu de aquellos jóvenes guerreros que fueron sacrificados en nombre de la libertad, a los cuales se les privó de la inocencia propia y pura de la juventud, de forma abrupta y sin medir las consecuencias sociales que de ello se derivarían.
Todo ser humano debe transitar, a plenitud, cada etapa de su vida, su comportamiento y adaptación al entorno social, así como su intelecto y logros personales van a depender de este camino natural, el cual debe ser seguido ininterrumpidamente. El tiempo de madurez de cada individuo es único, sin embargo, existen patrones similares dentro de nuestra especie para cada género, forzar los tiempos de madurez en cualquier caso es perjudicial a largo plazo, tiene consecuencias sociales, aun cuando ésto no sea fácilmente perceptible en un primer plano. Por ejemplo: La pérdida de los padres es una situación traumática para un adolescente, cualquiera sea su sexo, el cual deberá asumir, a destiempo responsabilidades mayores para consigo mismo o su familia; es un cambio abrupto y muy duro, pero que representa dentro de la sociedad un hecho cotidiano que la mayoría de los ciudadanos puede comprender, de allí que actuarán para que el afectado lo pueda superar. No pasa lo mismo cuando el hecho representa algo inusual y poco comprendido por el resto de los ciudadanos, dentro de la sociedad o que el hecho mismo sea algo que cause rechazo, prejuicios y hasta inconformidad para la misma sociedad, por ejemplo una guerra: es una situación en la cual no todos, lógicamente van a comprender por el simple hecho de que es una experiencia poco común para los individuos que la componen, situación que dentro de la sociedad muchas veces es rechazada por diversos motivos de índole religioso, político, entre otros. Los individuos que sufren esta experiencia, a menudo se sienten aislados del resto de la sociedad desarrollando incluso comportamientos de resentimiento hacia sus conciudadanos, para ellos la causa que defendieron es noble e incomprendida por el resto, muchos son los traumas y comportamientos poco comunes que se desarrollan en la mente de los hombres y mujeres expuestos a grandes conflictos, pero sobre todo en los jóvenes. Uno de los que se pueden apreciar es la adicción a la adrenalina; una vez culminado el conflicto, los jóvenes de regreso en un ambiente social, considerado como normal, se las ingenian para experimentar altas dosis de adrenalina que calmen su vicio.
Los sentimientos de veteranos de guerra solo pueden ser comprendidos por veteranos de guerra, lo que me he permitido exponer, hasta ahora, quizá sea refutable dentro del campo de la psicología, yo no soy psicólogo ni pretendo serlo, soy un joven guerrero libertario que intenta manifestar de la forma más lógica y comprensiva posibles vivencias personales dentro del conflicto venezolano: considerado, bajo mi perspectiva, como una guerra civil silente que ha cobrado la vida de cientos de miles de ciudadanos y sobre todo jóvenes en diversas modalidades. La más evidente ha sido a través del hampa, alimentada por un discurso oficial de odio que fomentó un comportamiento agresivo y criminal sin precedentes en la historia nacional, que además encuentra refugio en los grupos armados por el propio estado con el fin de someter a balas cualquier alzamiento popular en reclamo de sus derechos. Anualmente Venezuela contabiliza un número mayor de muertes por violencia que los países oficialmente en estado de guerra.
Mi argumento:
El mundo debe comprender que en Venezuela se está viviendo una guerra civil silente, en la cual el estado posee todas las armas de fuego y las usa en contra de una población civil que solo cuenta con la verdad, el valor y la esperanza de un mejor futuro y algunos fuegos artificiales.
Actualmente existe un clima de conflictividad presente en cada venezolano. Es común observar, a diario, actitudes de agresión que surgen de discusiones vacías y sin sentido, como por ejemplo una mala mirada de una persona hacia la otra, los venezolanos estamos sometidos a una gran presión y angustia provocada por el mismo estado, con el fin de aprovechar la zozobra en función de mantenerse en el poder, el miedo es el mejor negocio que posee un tirano.
Los jóvenes estudiantes, quienes han surgido como fuerza libertadora avasallante, desde el año pasado en contra de la tiranía, transitan de momento, por un proceso de madurez dentro del conflicto, difícil de comprender y de asumir. Esto se debe a las grandes presiones por las cuales han sido sometidos y se derivan del rol protagónico, que les tocó asumir, para el cual no estaban preparados, en un momento histórico determinante que vivimos, sumado a los grandes niveles de adicción a la adrenalina, que fueron adquiridos en este arduo año de batallas.
La adrenalina, la impaciencia, la inexperiencia y su inocencia adolescente muchas veces nublan sus mentes desviándolos de la coherencia, situación que es aprovechada por factores que solo buscan beneficios personales dentro del conflicto o peor aún, por elementos del régimen, infiltrados con el firme propósito de satanizar la protesta.
Estamos entre los jóvenes, algunos ya no tan jóvenes, que venimos cosechando experiencia y conocimiento científico sobre las ciencias políticas y el conflicto venezolano, con la misión de aportar nuestro granito de arena en este proceso doloroso por el que transitamos los venezolanos, de manera tal que podamos ser la guía que mantengan la coherencia y la mirada firme en nuestro verdadero objetivo, LA LIBERTAD e impedir que los más jóvenes caigan en provocaciones o lleven a cabo acciones que beneficien al régimen. Ha sido una terea ardua que ha requerido de mucho conversatorio con ellos y del producto de algunas acciones que les han enseñado, en carne propia, el precio de actuar de manera incoherente; los jóvenes están comprendiendo que las barricadas tuvieron su momento y que fueron solo instrumentos de defensa ante los ataques de las bandas armadas, que los cierres de calles sirvieron para despertar a Venezuela de su letargo y que las nuevas acciones, dentro de este proceso de transición están comprendidas en llevar un mensaje al país… el mensaje de las libertades económicas, las libertades civiles y las libertades políticas.
Los jóvenes y los ya no tan jóvenes hemos sufrido largos años desde cada una de las trincheras de la libertad, sean éstas las universidades, los artículos, las redes sociales, las barricadas o plazas, en defensa de RCTV, en defensa de un cambio. Nuestros amigos han muerto, otros están retenidos en cárceles políticas, algunos en el exilio o en la clandestinidad, pero lo cierto es que nuestro espíritu y fortaleza continúan inquebrantables, en defensa de nuestros derechos y en la búsqueda de un mejor país para heredar a nuestros futuros hijos. Haremos honor a nuestros caídos y rescataremos a nuestros amigos, esperamos contar para ello con la ayuda de todos los venezolanos de bien.
El mensaje:
Llamo a la reflexión de los venezolanos que, por omisión, continúan sosteniendo a la tiranía, muchos de nuestros jóvenes, ahí me incluyo, no solo hemos pasado por un proceso traumático, a raíz de este conflicto que lleva década y media sino que además hemos desarrollado enfermedades derivadas del gas tóxico que nos lanzaron, por ejemplo problemas hepáticos, o en mi caso retina dañada, muchos otros con heridas de bala que les marcaron la vida para siempre y torturas, en fin, una lista muy larga. Creo que es hora de parar esto; no siga omitiendo los hechos, actúe.
Todavía queda mucho camino por recorrer, pero el mensaje que deseo dejarles es el siguiente:
Nuestros muchachos, nuestros jóvenes han sido obligados a madurar de manera abrupta y asumir responsabilidades, que muchos de los adultos mayores han debido tomar en su debido momento y que prefirieron heredar a la generación de relevo. La próxima vez que quiera juzgar a un joven estudiante, por el cierre de una calle, quema de un caucho o actúe de una manera agresiva, reflexione… recuerde que esos eran los mismos niños que aprendieron cátedra de violencia en estos últimos 16 años, a través de los diversos medios y propagandas oficiales en las calles del país.
Lo más urgente, en cuanto termine el conflicto es atender a las víctimas psicológicas y físicas derivadas de él: nuestros jóvenes, veteranos de esta guerra civil silente, obligados a refugiarnos en trincheras y a usar máscaras antigás en una Venezuela convertida en campos de infierno, ya no por el mercantilismo sino por algo peor; el socialismo, ya no en 1914 sino en 2014.
Joelvin Villarreal estudiante de ciencias políticas y administrativas.
@joelvinv en twitter e instagram.
Excelente, muy acertado, ahora a dejar de quejarse y comenzar a trabajar por Venezuela
ResponderEliminarEstos jovenes son el presente y futuro de Venezuela. Asi q manos a la obra que para luego es tarde. Excelente!!!
ResponderEliminarAsí es Patrick. saludos libertarios.
ResponderEliminarSra Liliana, usted expresa una verdad incuestionable. Gracias por su comentario.
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