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viernes, 2 de octubre de 2015

Mi versión como líder estudiantil del 68

“Les dije que me dieran el nombre de un líder del movimiento que hubiera muerto y nos íbamos a huelga. Ningún líder murió. Se fueron antes.”

Luis Pazos.


La matanza de estudiantes el 2 de octubre de 1968, hace 47 años, está llena de mitos y afirmaciones sin sustento, que al repetirse a través de los años se convierten en “la verdad histórica”. No poseo la verdad indiscutible sobre esos hechos, pero sí una versión como líder estudiantil en ese año. Era Presidente de la Sociedad de Alumnos en la Escuela Libre de Derecho.

Unos días antes de la matanza, un amigo y compañero en la escuela primaria y secundaria, que en el 68 estudiaba en la Facultad de Ciencias Políticas en la UNAM, miembro de una célula Trotskista, me pidió reunirnos. ¿Vas a ir al mitin de Tlatelolco? -me preguntó. No pienso asistir -le contesté. Pues ni se te ocurra ir, va a estar “grueso” -me advirtió.

El gobierno también sabía que algo iba a pasar, pero no sabía qué. El mitin transcurrió con normalidad. Al terminar, los oradores y dirigentes del movimiento se retiraron discretamente de la plaza.

 El general Toledo, que iba al frente de un batallón de paracaidistas, que vigilaban el mitin, con megáfono en mano, invitó a los presentes, muchos de ellos jóvenes estudiantes, a retirarse de la explanada donde había sido el mitin. De repente, desde uno de los edificios que rodean la plaza, una ametralladora empezó a disparar. De los primeros en caer herido fue el general Toledo. La lluvia de balas alcanzó a estudiantes y soldados. Las fotos y vídeos tomados de esa matanza, muestran jóvenes junto a soldados, quienes apuntaban sus armas hacia los pisos de arriba de uno de los edificios, de donde venían los tiros.

Unos días después un grupo de compañeros de mi escuela me pidió ponernos en huelga, como protesta de la matanza en Tlatelolco “por el Estado”. Les dije que me dieran el nombre de un líder del movimiento que hubiera muerto y nos íbamos a huelga. Ningún líder murió. Se fueron antes.

¿A quiénes beneficiaron los muertos? El movimiento perdía fuerza y en unas semanas se celebraban las olimpiadas. Al gobierno no le convenía esa matanza, pero a los líderes sí, para darle fuerza al movimiento, revivir las protestas, levantar indignación mundial y que se cancelaran las olimpiadas. Los líderes utilizaron la estrategia de crear víctimas -ya usada por radicales de izquierda en varios países- para darle fuerza y “banderas” a su movimiento.

tomado originalmente de: http://www.asuntoscapitales.com/articulo.asp?ida=7651 

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