El General Ovidio de Jesús Delgado, Jefe de la REDI Los Andes amenaza con atacar Bogotá y San Andrés.
Algunos tomarán estas palabras como "habladería chavista". Yo sugiero tomar en serio el asunto.
¿Por qué digo esto?
Porque a Chávez lo tomaron por loco cuándo dijo exactamente todo lo que haría, y lo hizo. Hoy el chavismo es un gran peligro para el hemisferio y la estabilidad global.
Las palabras del General Ovidio están enmarcadas dentro de las llamadas "estrategias disuasorias", como por ejemplo; cuando Kim Jong Un dice que atacará Corea del Sur, Usa y Japón. Son estratégias de intimidación para que los enemigos se mantengan al margen de su política, adicional a ello, se aprovecha para hacer propaganda.
El punto es importante por la siguiente razón: para que la disuación funcione en temas de geopolítica, tu adversario/enemigo debe al menos creer que tu amenaza tiene probabilidad de ser consumada. Kim amenaza Surcorea porque evidentemente tiene capacidad de desaparecer a Seul.
La propia Colombia dio señales de debilidad en varias ocasiones, y el chavismo estuvo atento a ellas, ¿cuáles fueron esas señales?
Cuándo en momentos de tensión, la aviación estratégica colombiana abandona sus puestos de combate cercanos a Venezuela y los retira hasta el occidente de su país. Y más claramente, cuándo el difunto Ministro de Defensa Carlos Holmes Trujillo declaró "No tenemos suficiente presupuesto militar para adquirir misiles de defensa aérea".
En mi opinión, la amenaza del General Ovidio no sea literal en cuanto al asunto de "llegaremos hasta Bogotá" pero, sí el hecho de que pueden causar un gran daño estructural a Colombia, en tal sentido el mensaje que envían es el siguiente:
¿Vale la pena venir por unos cuantos guerrilleros en Venezuela, es decir; vale la pena el costo/beneficio?
Se debe destacar que el General Ovidio no es el primero en hacer este tipo de declaraciones, hace un par de años, Pedro Carreño también amenazó con atacar importantes centros estratégicos y de infraestructura colombianos en caso de una "agresión por parte de la oligarquía colombiana".
En todo caso, el mensaje ha sido directo, por vía diplomática no convencional, y todo indica que es un protocolo de respuesta ya estudiado, y aprobado como política de Estado en Venezuela.
El turno de tirar la carta, o mover la pieza, le toca al Estado colombiano, el cuál deberá decidir como se va a mover en el tablero de juego.
¿Estaremos frente a un equilibrio propio de la teoría de juegos? El dilema del prisionero?
Por Joelvin Villarreal.
Politólogo.
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