Joelvin Villarreal |
Finalmente la administración Trump ha ordenado un poderoso despliegue naval en el Caribe, el cual se ha descrito como; la operación antinarcóticos más grande en la historia del hemisferio occidental.
Desde el año 2014 por primera vez, John Kerry, en aquel entonces secretario de estado norteamericano, mostró las primeras señales de lo que sería un cambio profundo en la política exterior de los EEUU hacia el régimen chavista. Por aquellos tiempos decembrinos advertí a través de esta tribuna sobre aquel cambio y de la posibilidad real de producirse un panorama que desembocara en una confrontación militar entre los EEUU y el régimen chavista y; es por ello que decidí construir un espacio especial en el blog para analizar aquella situación y sus implicaciones, con lo cual surgió la idea de realizar una serie de artículos bautizados todos ellos como: “Occidente Vs El Terror”.
Cinco años y cuatro meses después, finalmente la intervención militar norteamericana a Venezuela es prácticamente un hecho. Si bien es ciertos muchos elementos de tipo ideológico adversos, tanto en el panorama interno como en el externo, frustraron varias veces la construcción de escenarios de fuerza sobre los cuales acabar con el régimen chavista, el 2 de abril de 2020 una conjunción de factores geopolíticos han acelerado un proceso transitorio entre las opciones diplomáticas y el uso de la fuerza militar que ya venía tímidamente desarrollándose desde enero de 2019.
El pragmatismo gradualista, y el enfoque económico, imperó prácticamente en todo el primer gobierno de Donald Trump, además de, el no menos importante hecho de ocuparse del rescate institucional de Norteamérica tras el nefasto periodo de Obama quien desdibujó el liderazgo de los EEUU en el mundo, y comprometió seriamente lo interno de instituciones como por ejemplo: La DEA, CIA, Seguridad Nacional y el FBI, así como también, el Departamento de Estado. A medida que Trump recuperaba la fortaleza de los EEUU su política exterior comenzó a trabajarse de forma más hegemónica.
Para el año 2019 la política exterior de los EEUU en la era Trump comenzó a mostrar signos de fuerza en torno a la geopolítica global pero, especialmente con respecto a Irán y el tema de Venezuela. Los criterios de diplomacia ruda se mantuvieron en la constante, sin embargo; los signos de amenazas –poco creíbles según la opinión general- daban cuenta de una lenta transición entre la esfera de lo diplomático a lo militar. No sería sino, hasta enero de 2020, cuando se produce una ruptura entre la posición inicial, más pragmática y de orden economicista, con una posición cada vez más dura y de orden militar producto, y como respuesta, a la agresión cometida por los grupos y milicias pro iraníes contra posiciones de los EEUU en Irak.
La operación militar contra el comandante de las fuerzas QUDS guardia revolucionaria Iraní Qasen Soleimani, transformó el panorama político del medio oriente, y la visión del mundo sobre la política exterior y el accionar de los EEUU en la era Trump. Fue un antes y un después.
Tanto Irán como Venezuela son parte de un mismo problema geopolítico para los EEUU, dos teatros de operaciones distintos en el marco de una misma guerra: La guerra contra el terror. Venezuela inunda con cocaína a los EEUU y amenaza la seguridad y estabilidad de sus vecinos y de la región como parte de su proyecto político-ideológico, tutelado por cuba y respaldado por China y Rusia, estos últimos con grandes beneficios políticos y económicos en la zona de influencia norteamericana. La cocaína, el oro, y diversos otros recursos y actividades ilícitas que sale de Venezuela es parte de toda una estructura de apoyo político-militar que va desde las FARC-EP, ELN, grupos paramilitares al servicio del régimen chavista, y las redes terroristas del Hezbollah en América Latina, África, y el medio Oriente.
Es imperativo para la seguridad nacional de los EEUU desmantelar toda la red operativa que se ampara en el régimen chavista y que ha puesto en jaque la seguridad del hemisferio y sirve de base para el desequilibrio geopolítico global. La administración Trump pese a los saboteos internos auspiciados por los demócratas y los obamistas al interior de las instituciones norteamericanas, parece decidido a terminar con el problema de Venezuela. Su política gradualista y economicista busca ejercer mayor presión interna en las estructuras que sostienen al chavismo en el poder con la menor inversión de recursos posibles, al tiempo que demuestra a la comunidad internacional la verdadera naturaleza del régimen y se blinda moralmente para justificar el uso de la fuerza militar.
El chavismo continúa movilizado, aun cuando ya es evidente la falta de recursos estratégicos, como por ejemplo la gasolina. Responden a cada acción del gobierno norteamericano, que les resta poder exterior; diluyendo la capacidad interna de los actores “opositores” liderados por Juan Guaidó. A este último el régimen chavista le va quebrantando la capacidad de acción y la estructura que lo respalda. Guaidó, asegura estar trabajando y construyendo capacidades dentro de las FANB, sin embargo; la realidad muestra otra situación distinta, y como ejemplo de ello: su incapacidad para sustentar a los efectivos militares que se unieron a él durante los hechos del 23E de 2019; el fracaso del “movimiento militar” del 30A de 2019; las recientes filtraciones dadas a conocer por el ahora prisionero de la DEA, Mayor General Clíver Alcalá Cordones; y el reiterado llamado a las FANB a través de comunicados efímeros, ambiguos y faltos de carácter.
La hipótesis general planteada por los obamistas, la unión europea, y el grupo de lima que da cuenta de una posible ruptura de la estructura de poder chavista pretende ignorar la capacidad de adoctrinamiento que posee este régimen, el respaldo de sus aliados como: Cuba, Las Farc, Eln, Y células de Hezbollah presentes todos ellos en territorio venezolano. Mientras cuba esté en Venezuela, su aparato de inteligencia hará poco probable un alzamiento militar coordinado y exitoso que deponga a Maduro del poder político.
La estrategia gradualista de Trump pronto evolucionará de un orden político a un orden militar, dicha transición está en curso, y la confrontación militar entre el chavismo y los EEUU es un hecho casi que inevitable.
El despliegue aeronaval ordenado por el presidente Donald Trump es la primera muestra de fuerza real para con el régimen chavista, es lo que se conoce como “La Amenaza Creíble”. El objetivo de este movimiento desde el ámbito militar es asegurar la hegemonía militar de los EEUU en el área circundante al teatro de operaciones, poner disposición del comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y del estado mayor los recursos militares necesarios para iniciar operaciones en cuestión de minutos una vez recibida la orden. Como ya se explicó anteriormente, tiene un propósito además político que es el de ejercer presión a lo interno de las estructuras de poder chavistas, también enmarcado en el componente disuasivo o psicológico de la guerra. Es una etapa pre-bélica, su alcance está bien definido por el área del pacifico oriental, Caribe, y atlántico. Su estimación de tiempo solo depende de la decisión política de Washington y eventualmente escalará a una segunda etapa que contempla un bloqueo aeronaval, acción ésta más compleja y costosa enmarcada ya propiamente en la acción militar directa, y finalmente ocurriría una tercera etapa propiamente de guerra abierta que iría contra los objetivos políticos y militares que sustentan al régimen chavista. Todas estas etapas se Irán desarrollando según el interés y la necesidad de los comando militares y la decisión política de la administración Trump.
La suerte está echada.
Joelvin Villarreal, Cs Políticas URU.
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