Joelvin Villarreal. |
El origen.
La revolución bolivariana solo llegará a su fin tras el advenimiento de un nuevo orden evolucionario, de todo el pensamiento político venezolano, sustentado en las bases del proyecto continental originario que dio vida a la primera República y, abandonado luego tras la imposición del militarismo caudillista durante nuestro proceso independentista; me refiero al ESTADO FEDERAL DESCENTRALIZADO DE ECONOMÍA LIBERAL por el que tanto abogó Miranda y, que finalmente cobraría vida en la primera constitución de la República de Venezuela en 1811 de manos del propio Miranda en conjunto con Juan Germán Roscío, y Cristóbal Mendoza.
Necesario es, abandonar todo sofisma
que alimenta la tesis caudillista y la mitología colectivista propias de la Venezuela
del siglo XIX y XX, un mal que nos ha traído la más grande desgracia con la que
enferma una sociedad confundida: La tiranía.
La idolatría – violatoria al
mandamiento de DIOS- se ha hecho parte de nuestra vida cotidiana, aun de manera
inconsciente, con respecto a personajes del mundo real o del mundo abstracto,
como por ejemplo: actores o artistas diversos, personajes políticos
representados como mesías y, el propio estado como ente omnipotente y
omnipresente. Todo ello se debe a un proceso educativo estatal de
adoctrinamiento, se nos acostumbra desde niños a no cuestionar el orden
existente, a seguir la regla porque las masas así lo hacen: Del culto a bolívar
surge la idolatría hacia el estado.
Bolívar no fue el padre del estado
venezolano, fue más bien su destructor:
La constitución surge como carta
magna para dar origen al estado y su relación para con los individuos, es
decir; la constitución es la creadora de las instituciones que en conjunto
conformarán el cuerpo normativo que limitará las acciones del gobierno frente a
los ciudadanos. Es la constitución – de acuerdo a esta definición- la que da
origen al estado y no lo contrario, siendo así, el estado venezolano tiene tres padres
fundadores; Miranda, Roscío y Mendoza.
Monteverde logra momentáneamente
disolver la naciente República, pero es Bolívar quien la termina de destruir en
1819 al redactar la constitución de un nuevo estado, ya no Republicano –Federal
descentralizado- de economía liberal, sino más bien, un estado federal
centralizado de economía mercantilista; de facto: Bolivariano.
Las posteriores Repúblicas y
constituciones venezolanas van a mantener esta tradición centralista fundada
por bolívar, peor aún, a partir de 1961 nuestras constituciones van a agregar un
elemento ideológico socialista a nuestro estado, el cual temo; evolucionará al
comunismo[1].
Evitar que las predicciones
fatalistas con respecto al advenimiento de un estado comunista llegaren a
hacerse de cumplimiento, se hace imperativo rescatar el espíritu político
Republicano y económico liberal con el que se fundó Venezuela, un modelo que ha
resultado en los procesos históricos posteriores a 1776 exitoso en el mundo,
perfectible en sus errores, padre del moderno éxito global en cuanto a
tecnologías, y bienestar de todo
tipo.
[1] El gobierno que preside
Nicolás Maduro es, de facto, un régimen comunista, sin embargo; a efectos
legales el estado todavía no se ha constituido comunista. Haría falta un nuevo
proceso constituyente para fundar dicho estado.
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