Joelvin Villarreal. Cs Políticas |
Hace casi 189 años, Simón Bolívar,
logra que el congreso de Colombia[1]
convoque, de manera inconstitucional, una nueva convención constituyente; el
tirano pretendía con ello hacerse de la presidencia vitalicia – al igual que lo
había logrado ya en Bolivia y Perú-
invocando a la voluntad del soberano. Un Bolívar astuto, pretendía emular
a Napoleón cuando este hizo proclamar su constitución del año VIII.
Los bolivarianos de aquel año 1827
pasando por encima de la constitución de 1821[2],
la cual en su artículo 191 prohibía la modificación de la constitución hasta
pasados unos diez años, argumentaban que el poder soberano estaba por encima de
la propia constitución y; valiéndose de este artilugio jurídico logran la
convocatoria de la convención que finalmente se reúne en asamblea en abril de
1828. Pero ocurre que la oposición a Bolívar, de manera inesperada por él,
logra un mayor número de representantes en las elecciones para la convención.
Una vez instalada la convención en
asamblea los bolivarianos se darán a la tarea de sabotearla, al punto que;
terminaran por abandonarla en junio de 1828 con el propósito de dejarla sin
quórum. Ante el caos de ingobernabilidad – auspiciado por los bolivarianos- se
procedió entonces a investir a Bolívar como dictador dándole una aparente
legalidad civil: uno de sus partidarios, el intendente de Cundinamarca, reunió
a una junta en Bogotá que acordó desconocer las decisiones que tomara la
convención de Ocaña y a nombre de “los padres de familia que suscriben esta
acta y otros muchos que no han podido firmarla”, es decir; a nombre del pueblo,
decidieron revocar los poderes de los diputados y entregarlos al “hombre
llamado por la voluntad nacional a impedir estos males a la cabeza del
gobierno, al único que puede hacerlo en las actuales circunstancias por la
ilimitada confianza que en él tienen los pueblos”[3].
Al tiempo que esto ocurría, el General Urdaneta, quien era secretario de guerra
se encargó de arengar a las tropas acuarteladas de Bogotá y los hizo jurar
“reconocer la voluntad pronunciada del pueblo y sostener la voluntad del
libertador”.
A partir de allí el 28 de agosto de
1828 bolívar suprime la constitución de 1821, según él para evitar el caos, y
gobernó por decreto hasta enfermar gravemente antes de su muerte en 1830.
Resulta escalofriante el paralelismo
existente entre los bolivarianos de aquella época con los que hoy gobiernan de
facto a Venezuela, al igual que sus antepasados, los actuales bolivarianos se
valen del artilugio jurídico de representar la voluntad del pueblo por encima
de la constitución vigente, y evitar que el país cunda en la anarquía, pero
esto; no es más que un pretexto para conseguir sus fines por cualquier medio
posible. Las comunas que presentó Diosdado Cabello recientemente en la asamblea
nacional, vienen a ser la forma modernizada de la junta que reunió el intendente
de Cundinamarca en Bogotá para disolver aquella asamblea a nombre del pueblo.
El hasta ahora elogiado CNE se
convierte de pronto, según los bolivarianos actuales, en el instrumento viciado
por el cual la oposición logra hacerse con la mayoría de diputados, incluso han
optado por esgrimir el argumento de la seducción –manipulación- al elector por medio de la compra de votos.
Esta práctica también fue utilizada meses antes de la instalación de la
convención de Ocaña por los bolivarianos de 1828, quienes se dieron a la tarea
de tachar las elecciones porque habían sido obra de la seducción e intrigas del
General Santander.
No resulta desquiciado presagiar un
destino similar para la actual asamblea nacional, que deberá reunirse el 5 de
enero de este año 2016, casi 189 años después de la convención de Ocaña. Es
preciso tomar atención de los detalles que por estos días vienen ocurriendo, y
que tienen como propósito generar ese clima de conflicto político e
ingobernabilidad que asiente las bases para
argumentar la toma de medidas de excepción nacional.
Con el poder ejecutivo en sus manos,
y con el TSJ viciado, los bolivarianos se preparan para asestar un último y
definitivo golpe a la constitución nacional vigente, emulando a la convención
de Ocaña; los diputados bolivarianos sabotearan por meses la sesiones y luego
de ello la abandonarán argumentando la pérdida de su legitimidad en ejercicio,
o cualquier otro artilugio jurídico, so pretexto de disolverla bajo una fachada
legitima que será secundada por el TSJ.
Los 55 diputados bolivarianos representan una fracción importante dentro
del parlamento y, una maniobra como la de 1828 puede ser esperada.
En tiempos modernos, Alberto Fujimori
disolvió el congreso y la corte suprema del Perú alegando que la burocracia, la
corrupción y el terrorismo, se habían apoderado de tales instituciones y no le
permitían gobernar a favor del bienestar de los peruanos. No es extraño haber
escuchado argumentos semejantes de parte de los bolivarianos en actos públicos.
[2] La constitución de 1821, la cual ya no le era favorable a los planes
de Bolívar, fue obra de los mismos bolivarianos, al igual que la de 1999 fue
obra de Chávez y ahora no sirve a los propósitos del PSUVE.
[3] Xavier Reyes Matheus. (2014) Miranda más Liberal que Libertador. Caracas,
Venezuela. Editorial arte. Pagina 212.
@JoelvinRV
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