Joelvin Villarreal |
Nuestros
políticos fracasados y sus asesores descalificados no ven la gravedad de los
síntomas que se han presentado en Maracaibo a través de los lanzamientos de
granadas ocurridos en días recientes. Ellos solo contemplan lo simple ante su
incapacidad estratégica y visión global del tablero.
Respuestas
ligeras, y convenientes, solo sirven para adornar la verborrea diaria de
quienes se hacen llamar dirigentes políticos pero que no tienen nada que
ofrecer a una ciudadanía confundía, diezmada, sumida en la miseria, y en un
estado de letargo gravísimo. No hay respuestas, solo discursos vacíos,
consignas trilladas, y muchísima habladera de lo que come el burro.
Los
recientes ataques con granadas van más allá de la extorsión ejercida por grupos
criminales, se trata de un peligroso esquema de terrorismo que va en ascenso.
Su autor, o autores intelectuales, no han elegido al azar sus blancos, y cada
uno de ellos está cargado en el fondo de un simbolismo político fundamental que
atenta contra las bases del orden social. Veamos:
Cadena
de distribución de alimentos: Supermercados, dueños de industrias alimenticias.
Cadena de distribución de medicamentos: Farmacias. Centros recreativos: Centros
de apuesta, heladería, discoteca.
A
simple vista parecen ataques desordenados pero, en un análisis detallado se
observan patrones que tienen por objetivo crear sensación de inseguridad
colectiva (terror). Se pretende aislar a la población, someterla a nuevos
niveles de presión social, detonar reacciones favorables a los intereses del
grupo atacante. Hay mucha política y grupos de intereses detrás de todo ello.
Va
en proceso de escala porque aun la colectividad no percibe los ataques como
propios, sino contra terceros; lo ven ajeno a su entorno. Ahora bien, el
escenario irá evolucionando a medida que los blancos se vayan diversificando. Centros
educativos: ¿hay seguridad para mí, o mis hijos en escuelas, liceos,
universidad?; Centros religiosos: Iglesias, templos. ¿La feria?; Centros
hospitalarios: Clínicas, Hospitales. Transporte público.
La violencia
no solo se practica con armas de fuego y pertrechos de guerra convencional, también
lo es la falta de servicios básicos, la corrupción generalizada de los funcionarios
públicos, la destrucción económica, la falta de educación, el caos
hospitalario, y en general; todo cuanto contribuye al estado general de desidia
colectiva.
Los
elementos expuestos anteriormente son indicativos de la guerra civil molecular,
un tipo de conflicto que en sus inicios pasa desapercibido en las sociedades
que lo han padecido, y que se pone de manifiesto una vez que las instituciones
del estado nación son incapaces de sostener el status quo del sistema político
que les dio origen.
En su
etapa más violenta, de la guerra civil molecular, los distintos actores sociales
convulsionan al punto de la disgregación cultural, étnica, e incluso racial y
religiosa. Los conflictos de guerra civil molecular usualmente terminan en secesiones
territoriales y configuración de nuevos estados. En el peor de los casos,
simplemente se perpetúan como estados fallidos.
El fenómeno
no es nuevo en occidente, teniendo como referencia las guerras yugoslavas o de
los Balcanes. Aunque en menor medida, también lo son las guerras de maras en Centroamérica.
Y el peor ejemplo de de todos ha sido el caso de Somalia.
Venezuela
está peligrosamente enferma y presenta síntomas muy indicativos de las primeras
etapas de este tipo de conflicto civil y los estados fronterizos de occidente, así
como la dramática situación en las minas de oriente nos alertan de la
proximidad de una convulsión social de consecuencias indeterminadas que
pudiesen llevar al fin de Venezuela tal cual la conocemos hoy día.
Joelvin. Villarreal. V.
LibrePensadoresDelZulia.blogspot.com
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